Oaxaca de Juárez, 12 de junio. Thor, era un perro San Bernardo. Era un can rescatado de una casa donde por años lo mantuvieron amarrado a un árbol, sin comida, a la intemperie, sin un lugar donde recostarse o guarecerse de la lluvia o evadir el sol. Thor, no sabía lo que era la libertad, el hecho de ser querido, abrazado, alimentado y sobretodo amado.
Un día, después de muchos ruegos a la familia que lo mantenía en una situación terrible, nos dieron la oportunidad de adoptarlo, bañarlo por primera vez, desparasitarlo, llevarlo a un veterinario y alimentarlo.
Aún recuerdo, que mi gran amigo Dario me ayudó a liberarlo. Al principio, Thor no nos dejaba acercarnos, pero con la paciencia de mi jefe de información logró una gran empatía y el perro cedió. Lo desamarramos, el cuello tenía grietas purulentas por el pedazo de lazo que tenía amarrado, estaba lleno de pulgas y garrapatas.
Dario lo sacó a caminar y de inmediato hubo una gran conexión, al grado que decidió quedárselo.
Antes tenía otro nombre que no recuerdo, pero lo bautizaron como Thor, un superhéroe y príncipe guerrero, el dios del Trueno y un protector. Thor, empezó a ganar peso, era feliz en su nuevo hogar, por fin lo amaban, cuidaban y jugaban.
El perro no le hacía daño a nadie, nunca hubo quejas de los vecinos por su mal comportamiento, al contrario era muy amigable y querido, pero hoy, 12 de junio, alguien con una alma miserable lo envenenó y nos rompieron el corazón.
Se fue un compañero fiel, divertido, amoroso y amado. Perdimos a un miembro de la familia y estamos de luto.
No nos explicamos cómo alguien pudo atentar contra su vida y nos partió el corazón, nos dejó un inmenso vacío, una tristeza insoportable y unas ganas de llorar por este ser que nos acompañó solo unos años en donde fue feliz y vivió como lo que era, un príncipe.

