Oaxaca de Juárez, 2 de noviembre. El segundo mandato de la Presidente Dilma Rousseff será uno de los más problemáticos en toda la historia de Brasil. El triunfo de la ahora presidente electa, se produce después de un clima de incertidumbre en medio de muchas preguntas respecto al actuar de Rousseff en su mandato pasado. Con una victoria de aproximadamente dos puntos porcentuales, queda claro que casi la mitad de Brasil no quería a Dilma para presidente.
Mucha fue la especulación entornó a quien sería el ganador en los comicios pasados; en la primera vuelta, la candidata Marina Silva se posicionaba como favorita para el triunfo. La sorpresa de su derrota, dejó a la clase media con la esperanza de que Aécio Neves, pudiera representar un verdadero contrincante para la presidenta.
Así pues, caemos en la realidad de que Rousseff gana con una victoria del 51.6% de los votos y va por un segundo mandato que más que esperanza, deja dudas para la clase media brasileña, quien es la más afectada con las medidas populistas que ha establecido el actual gobierno como bandera de desarrollo.
El triunfo en las urnas, no se puede explicar sin tomar en cuenta el miedo que le producía a las clases más desfavorecidas, dejar de recibir los subsidios que el gobierno ha otorgado a diestra y siniestra, sin tomar en cuenta los riesgos económicos que esto representa. No se puede dejar de aceptar que el populismo es la bandera que utilizan los gobiernos como el de Rousseff para perpetuarse en el poder, siguiendo la misma escuela del ex presidente Lula Da Silva, y que ha sumergido poco a poco a Brasil en el descontento social y en la especulación económica generado un alza de precios.
Es necesario por tanto, enfatizar que el próximo mandato será para Rousseff un reto, pues se enfrenta con un Brasil polarizado e inconforme con la incapacidad que demostró su anterior gobierno de mejorar las políticas públicas que acortaran la brecha entre ricos y pobres. De la misma manera, se enfrenta a un Brasil desacreditado a nivel internacional y con menos oportunidades de credibilidad dentro de la esfera del grupo BRICS, que le ha dado la espalda a Brasil durante estos tiempos de crisis.

