Oaxaca de Juárez, 2 de noviembre. El presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump va por la reelección de su mandato el próximo 3 de noviembre. Y lleva bajo la manga el as que le hizo ganar la elección hace 4 años. Esa carta es de un 65 por ciento y son los votantes a los que Trump les ha cumplido cabalmente.
El mundo ha sufrido trasformaciones económicas globales. El día que Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Mijail Gorbachov decidieron iniciar la globalización económica mundial, es una de ellas. Esta etapa duró desde La Caída del muro de Berlín hasta la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea, a esta salida también se le conoce popularmente como Brexit, y fue un proceso político que consiguió el abandono por parte del Reino Unido de su condición de Estado miembro de la Unión Europea.
Para mover a los votantes británicos a la salida de la Unión Europea, simplemente se les tocó el nacionalismo. La razón es simple: la globalización tuvo fuertes efectos negativos en la Gran Bretaña, sobre todo con la clase trabajadora, quien sufrió el cierre de fábricas que se fueron a instalar en países de mano de obra barata, y sufrieron también el desplazamiento de plazas laborales en la Gran Bretaña por parte de inmigrantes que cobraban más barato. Luego entonces, en el momento en que se les ofreció ir a las urnas para salirse del pacto europeo, a pesar de todas las consecuencias negativas que tendría, no lo dudaron y ganó el nacionalismo, con la salida de la Gran Bretaña del pacto europeo. Ese día se acabó la globalización que iniciaron Reagan, Thatcher y Gorbachov, ese día murió el neoliberalismo.
En la elección de los Estados Unidos de hace 4 años, Trump tuvo que luchar contra Hilary Clinton, los Demócratas y la Industria Militar, bueno, pues les ganó. Indudablemente que algún estratega de Trump fue el que partió del principio de que, de los 331 millones de habitantes que tiene Estados Unidos, el 65 por ciento es de raza blanca, anglosajones y protestantes.
Partiendo de ese principio, podían prescindir (hasta cierto punto) de las minorías, esas que se concentran en los grandes centros urbanos, y concentrarse en ese 65 por ciento de blancos diseminados en todo el territorio estadounidense. Así de simple.
Luego entonces, no hubo más que tocarle el nacionalismo a ese 65 por ciento y listo. Porque en ese famoso 65 por ciento se concentran esas personas que perdieron sus empleos por la fusión de compañías, porque las fabricas se mudaron a países emergentes con mano de obra más barata que en EEUU, o porque a los inmigrantes los consideran un peligro para su seguridad.
Es entonces cuando Trump y su equipo de campaña lanzan ese slogan nacionalista: volvamos a hacer grande a los Estados Unidos.
Ahora bien… a ese 65 por ciento, a esos a los que le debe Trump el triunfo de hace 4 años, a esos: ¡Trump les cumplió! Eso no se puede negar, dado que el desempleo descendió hasta niveles que no se habían visto en décadas. Las fábricas se repatriaron y resurgió el empleo. Y eso fue el último calvo en el ataúd de la globalización, ahora lo que tenemos son regionalismos o bloques económicos internacionales.
Indudablemente que con la llegada del Covid-19 todo cambió, pero el hecho queda… y los votos también. Aunando a que esto de las protestas de las minorías por los abusos policiacos con la población negra, solamente exacerban a ese 65 por ciento, a votar por Trump.
No se crea, ni por un momento, que estamos soslayando a las minorías, ni al poder del partido Demócrata, ni a la Industria Militar. Nada más alejado de la realidad que eso. Simplemente expongo que: “Comportamiento pasado, predice comportamiento futuro” y el voto de una nación siempre estará en su plato.
Estamos a unas horas de la elección y como nunca en la historia electoral moderna de los Estados Unidos, se prevén disturbios. Ambos bandos presagian fraude electoral. Gran parte de los comercios de Washington D.C. se encuentran tapiados con madera, previniendo desmanes, lo mismo ocurre en varias ciudades importantes de la Unión Americana.
A algunas personas les parece que el sistema electoral de Estados Unidos no es muy democrático, dado que no se elige al Presidente por voto directo sino por Colegio electoral, pero si este sistema que lleva con ellos más de 225 años, les sigue funcionando, habrá que respetarlo. Así como se respeta que los estadounidenses siguen usando el sistema inglés de pesos y medidas, cuando tiene décadas que internacionalmente se usa el Sistema Internacional, que no es más que la versión moderna del Sistema Métrico Decimal, pero, esto también hay que respetarlo.
Así las cosas, estamos a pocas horas de que se levante el telón y de ver “Quién tiene más saliva, para tragar más pinole”.
El último presidente en no repetir mandato fue George H. W. Bush en 1992 contra Bill Clinton. La elección va a estar muy reñida y vamos a ver qué pesa más en el ánimo de los estadounidenses si Biden con todo el apoyo de la Industria Militar, de Obama, de Hilary Clinton, del partido Demócrata o Trump con su nacionalismo y su 65 por ciento de blancos.
¡Suerte! y hasta el próximo De Análisis Político.
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