Oaxaca de Juárez, 15 de diciembre. La noticia de que luego de ochenta años las mujeres en el Reino Saudi pudieran ejercer su derecho de votar y ser votadas. Es conocido por la mayoría que Arabia Saudita es uno de los países donde más diferencias de género existen. Sin embargo, quiero utilizar esta oportunidad para hacer un breve comparativo entre la reciente apertura en aquel país y las debilidades que muestran algunas democracias consolidadas en occidente.
Para muchos el reconocimiento del voto femenino llega tarde a Arabia Saudita donde, a pesar de permitir que las mujeres compitan o acudan a las urnas, no pueden asistir a mítines o hablar en público donde haya una mayoría de hombres. Ahora bien, en México donde se hace alarde de nuestra apertura e inclusión democrática existen prácticas tan lesivas como que ciertas mujeres haciendo un mal uso de la penosa “cuota de género” cedan a sus esposos su puesto luego de haber triunfado en las urnas.
Por otra parte, en occidente sigue sin sorprendernos el hecho de que en la mayoría de los países exista un número inferior de mujeres que deben tener puestos en los congresos y parlamentos. Luego entonces, no podemos alegrarnos del número de mujeres que en ocasiones acceden a puestos importantes en la política si lejos de ser elegidas por sus capacidades y propuestas son elegidas para cumplir con una cierta cuota.
En Arabia Saudita, por el contrario, Jowhara al-Wably contendrá por un puesto gracias a sus propuestas y a su activismo social, independientemente de que sean sus hijos varones quienes tengan que hablar por ella ante otros varones. Ciertamente el carisma y el físico no son factores a considerar para elegir a una mujer en el Reino Saudi luego de que las mujeres que busque contender no pueden quitarse el “niqab”.
Ciertamente, la democracia en Arabia Saudita dista mucho para que la podamos llamar “consolidada”. Sin embargo, es nuestra obligación entender la manera en la que este país se abre paso a una era reformista, misma que en países como México lleva años publicitándose y hoy en día, seguimos dudando de la efectividad de nuestro sistema democrático. Creo que es justo evitar ver la paja en el ojo ajena y no la viga en el propio.

