Oaxaca de Juárez, 6 de agosto. Vale la pena dejar por un momento la política y la politiquería de la aldea para recordar un hecho que ocurrió hace 80 años un seis de agosto de 1945, entonces yo no había nacido y por tanto mis referencias son bibliográficas, aunque recuerdo que algún día mi padre me platicó de lo que se dijo en la radio en aquella mañana infernal.
El 7 de diciembre de 1941, la Armada Imperial del Japón, atacó la base naval estadounidense en Pearl Harbor que además hizo coincidir con los ataques a bases militares de Inglaterra -entonces Reino Unidos-, Holanda -ahora Países Bajos- y Francia que tenían posesiones en el sureste asiático, sobre todo en Malasia, Hong Kong y Singapur.
Por supuesto que el ataque a Pearl Harbor, supuso la entrada a la Segunda Guerra Mundial de los Estados Unidos quienes siempre consideraron a los japoneses como una amenaza latente en el Pacífico, por eso y por la insistencia del científico austriaco-alemán Albert Einstein de fabricar una bomba atómica, los Estados Unidos comenzaron a diseñar el “Proyecto Manhattan” que fue concebido en el rancho del científico estadounidense de origen alemán Julius Robert Oppenheimer en el Álamo Nuevo México.
Para el 16 de julio de 1945, la bomba ya estaba lista y ahí en el Álamo Nuevo México se llevó a cabo la primera detonación exitosa de una bomba atómica de plutonio llamada Trinity que fue el arranque de la carrera nuclear de los Estados Unidos y que pronto imitarían países como la Unión Soviética, Inglaterra y Francia.
Veintiséis días después, en la macabra barriga del Enola Gay estaba depositada una bomba de uranio enriquecido llamada “The Little Boy” que el bombardero norteamericano dejó caer sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, una ciudad que apenas despertaba y no tenía idea del infierno en el que se convertiría después de estallar y arrasar todo en una radio de 50 kilómetros.
Tres días después el 9 de agosto de 1945 el bombardero estadounidense Bockscar lanzó sobre Nagasaki Japón a “The Fat Man”, nombre clave con el que se conoció a la segunda bomba atómica, esta vez de plutonio como Trinity que detonó a unos 500 metros de la superficie de la ciudad liberando una energía equivalente a aproximadamente 21 kilotones de Trinitrotolueno (TNT).
Esas dos bombas iniciaron la carrera armamentística nuclear que además supuso un nuevo orden mundial liderado por la potencias nucleares Estados Unidos en Occidente y Rusia en la Europa oriental y a lo que conocemos como la “paz armada” que precedió a la Guerra Fría entre estas dos potencias nucleares.
Hoy, los humanos estamos viviendo otra paz armada que se está desvaneciendo porque a los países con armas nucleares ya no los gobiernan filosofías o ideologías políticas, sino líderes populistas de izquierda y de derecha pero populistas al fin y no son solo dos, sino muchos y variopintos líderes como Kim Jong-un de Korea del Norte, Donlad Trump en los Estados Unidos, Xi Jinping de China o Vladimir Putin en Rusia, todos ellos con posibilidades de pulverizar al mundo en segundos.
Y claro que después de la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín y el desvanecimiento del Telón de Acero que después de la Segunda Guerra Mundial generaron a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el Pacto de Varsovia, el mundo se ha vuelto a reorganizar pero yo diría que no para bien.
Pareciera que los líderes de hoy están ansiosos por apretar el botón del fin del mundo y por eso vemos tensiones entre India y Pakistán, Ucrania y Rusia e Israel y Palestina en guerras que pueden escalar e involucrar a más países cuyas armas que hoy poseen, son mucho más letales que Little Boy y Fat Man.
Pensé que nunca me iba a tocar ver una conflagración mundial porque entendí que los humanos habíamos comprendido la estupidez de una guerra en la que perderían todos, pero ya no estoy tan seguro porque ya no se trata de ideologías, sino de soberbias que son vicios, así que no me imagino cómo sería una tercera guerra mundial, pero como dijo atinadamente Albert Einstein la cuarta, será con palos y piedras, si es que queda algún humano.
Ojalá que mi boca se haga chicharrón.

