Oaxaca de Juárez, 26 de enero
MILENIO CARLOS MARÍN EL ASALTO A LA RAZÓN¿Cuántos padres y madres de los jóvenes de Ayotzinapa muertos hace cuatro meses creen de veras que sus hijos viven?
Los familiares de Alexander Mora, lejos de dudar, reclaman la entrega inmediata del resto identificado como de su hijo por la Universidad de Innsbruck.
Montados en el cuento chino de un “crimen de Estado” carente de móvil racional, quienes ostentan la representación de los deudos insisten en descalificar la investigación de la PGR (única autoridad constitucional facultada), y dicen que solo creerán lo que les diga el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Pero, como su nombre lo indica, esa agrupación realiza estudios de restos humanos, y no se ocupa de averiguaciones policiacas. Se centra, dice su página web, en “recuperar e identificar los restos de víctimas de violaciones a los derechos humanos, restituirlos a sus familiares y brindar a la justicia y comisiones investigadoras los resultados…”.
Es el mismo equipo que ratificó los dictámenes oficiales de los 13 cuerpos de los muchachos de Tepito levantados en el bar Heaven.
Aguas con los vendedores de patrañas.
cmarin@milenio.com
EXCÉLSIOR JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ RAZONESCreo que una de las cosas que deberían quedar muy claras en estos días, es que la situación del país debe medirse en torno a una gama de grises. Existe un intención manifiesta de ver todo a partir de blancos y negros absolutos que, por definición, son falsos. Eso se refleja, por ejemplo, en el durísimo artículo de The Economist de la semana pasada, donde dice que el gobierno federal se está hundiendo en un pantano. Puede ser, pero resulta que lo dice la misma revista, y lo escribe (en The Economist los artículos no van firmados) aparentemente el mismo redactor que hace unas pocas semanas ponía por las nubes los éxitos del gobierno que hoy ve empantanado. ¿Dónde están los matices, los equilibrios en una publicación tan profesional y prestigiosa?
Algo similar sucede con lo publicado por el Wall Street Journal respecto a la casa de descanso del presidente Peñaen Ixtapan de la Sal. Es indudable que el tema de la llamadaCasa Blanca, propiedad de su esposa Angélica Rivera, y la forma en que se compró a la empresa Higa es un tema que no ha sido suficientemente explicado y que puede ser legal, pero genera, sin duda, suspicacias y sospechas. Pero en el caso de Ixtapan de la Sal es evidente que el conflicto de intereses no existe.
Vamos a los hechos: la casa fue comprada en 2005, antes de que Peña Nieto fuera siquiera candidato a gobernador. Fue comprada en poco más de 300 mil dólares que era el valor de mercado de esa propiedad. La empresa inmobiliaria que la vendió, era propiedad entonces de Roberto San Román, ya fallecido, que es el mayor desarrollador de todo Ixtapan, no son ningunos desconocidos y era público que existía una relación de amistad entre las familias (como con casi todas las familias relativamente pudientes que se asientan en esa ciudad de descanso). La casa fue pagada puntualmente y desde entonces (2005, hace diez años) figura en la declaración patrimonial de Peña Nieto. Cuando murió donRoberto San Román, la empresa se dividió: uno de los hermanos, también de nombre Roberto, se quedó con los desarrollos turísticos, incluido el club donde está la casa. Ese es el que es compadre de Peña. El otro, Ricardo, fue el que desarrolló la constructora, que hasta entonces se había enfocado casi exclusivamente en los desarrollos inmobiliarios. ¿Por qué cambiaron hacia la construcción de infraestructura? Precisamente porque la empresa se dividió y la parte encabezada por Ricardo puso distancia con el trabajo de Roberto.
No es verdad que la empresa constructora haya sido beneficiada irregularmente. Pedí los registros de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes con la relación de obras entregadas a la empresa de San Román este sexenio. En dos años le otorgaron 12 contratos: cinco ganados en licitación pública, otros cinco en un concurso de invitación restringida (que es como una licitación, pero donde se invita sólo a un grupo de empresas a participar) y sólo dos de adjudicación directa. Ninguna es una gran obra: la más importante, ganada en licitación pública, es la ampliación del paseo de la República a la desviación a San Miguel de Allende, en Querétaro, es un contrato por 195 millones de pesos. Los únicos dos de adjudicación directa, son para la reconstrucción de 11 puentes rurales en Veracruz, en 2014, destruidos por tormentas. Es de 125 millones. Todo eso se debe poner en otra dimensión: ha habido en esta administración, sólo en SCT, unos 555 concursos y 125 obras de adjudicación directa, por decenas de miles de millones de pesos. La empresa de San Román, participó en muchas de esas licitaciones y sólo terminó ganando en doce, ninguna de ellas, por cierto, las obras prioritarias de la administración. No se puede hablar de un trato preferencial. A diferencia de Higa, en este caso, San Román salió a los medios y transparentó toda la actividad de su empresa en estos temas.
Y toda esa información estuvo en poder del WSJ. Saber por qué publicó la información con la intencionalidad con que lo hizo es parte sólo de la especulación: por ejemplo, por el enojo de ciertos capitales ligados al negocio petrolero y al partido republicano, con los contratos que se están abriendo hacia sus competidores chinos cuando pensaban que todos los yacimientos del Golfo de México serían suyos. Pero eso es, decíamos, una especulación.
Lo cierto es que el gobierno federal también debe ponderar qué hace ante el tema de la transparencia y la lucha contra la corrupción. Es verdad que existe una iniciativa en el congreso que se tiene que discutir y sacar adelante. Pero el Ejecutivo no puede seguir esperando porque entonces sí se empantanará: debe actuar con sus atribuciones y adoptar las medidas necesarias para abrir la administración y transparentar toda la información posible. No puede ser rehén de especulaciones y sospechas, incluso cuando, como en el caso de Ixtapan, legítimamente no tienen razón de ser. Y eso se tiene que hacer lo más rápidamente posible.
LA JORNADA JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ ASTILLEROA diferencia de lo que ha sucedido en varios países latinoamericanos, sobre todo en su cono sur, y de lo que hoy sucede en los europeos mencionados en el párrafo anterior, el diseño del sistema político mexicano alienta pocas esperanzas sensatas de mejoría de los asuntos públicos por la vía del voto y su conteo.
En el plano estructural, ese sistema político inhibe calculadamente la auténtica participación ciudadana y mantiene a las cúpulas partidistas como garantes de una continuidad con pretensiones de eternidad que reserva a la clase política los sitiales definitorios y convierte los ciclos electorales en protocolo insulso. La legalidad electoral, elaborada por la misma clase política a través de su vertiente legislativa, sirve para mantener las cosas tal cual, con innovaciones menores y tramposas, como, por dar dos ejemplos, las consultas populares luego no autorizadas y las candidaturas ciudadanas llenas de candados que las hacen inviables.
En ese callejón institucional sin salidas para el descontento popular, el PRI y el partido de las cuatro mentiras, el Verde Ecologista de México, tienen la mesa servida para alzarse en junio próximo con otro triunfo aritmético fundado en el uso y abuso de dinero público y privado, a pesar de los pésimos resultados de la gestión del priísmo, con el no entendedor Peña Nieto como emblema de la ineficacia y la corrupción, y a pesar de las abundantes muestras de corrupción y condición palera del autodenominado PVEM. Aun con Ayotzinapa, Tlatlaya, la Casa Blanca, el tren chino, la casa de Ixtapan de la Sal, más lo que se acumule en estos días, el PRI (con sus aliados a remolque, los verdes y el Panal desgordillizado) está en condiciones estructurales de conservar e incluso tal vez incrementar la mayoría en San Lázaro, mantener la gran mayoría de las gubernaturas en juego y poner pie firme en el DF.
Para enfrentar al priísmo no hay opciones vigorosas. El otro partido que ha ocupado la Presidencia de la República, el de Acción Nacional, se mueve entre la recolección de migaja pactista con un Gustavo Madero adherente de Los Pinos y el despecho del calderonismo que ha visto a Margarita Zavala ser desdeñada y a Felipe el funerario amagar con la creación de su propia plataforma partidista. En el flanco izquierdo los votos se van a dividir entre un PRD donde chuchos y amalios dan espectáculo de decadencia voraz, y Morena, donde la imposición de candidaturas únicas le está generando un desgaste prematuro, aunque todo hace suponer que en las urnas tendrá como principal triunfo inmediato el rebasar en cuantía de votos al sol azteca. El PT y Movimiento Ciudadano tampoco significan nada, subrayada por las circunstancias su condición de partidos regionales pero con privilegios nacionales, en busca de alianzas que les permitan conservar los porcentajes mínimos para que el negocio siga adelante.
Pero, más allá de las trampas históricas del PRI y de la insuficiencia de las opciones opositoras, la inviabilidad electoral está sellada en México por la anulación, domesticación o debilitamiento de la conciencia cívica mediante la ostentosa demostración implacable de que, conforme a las reglas vigentes de la contienda electoral, nada trascendente se logrará, convertida la oposición (sus expresiones más o menos genuinas) a la condición final de soporte, voluntario o involuntario, del mismo sistema que una y otra vez aplica los mismos métodos, aunque en cada oportunidad se ensayen variedades de forma, para que se consigan los mismos resultados que son la predominancia de los grupos ya encaramados en el poder y el siempre marginal rejuego convalidador de los opositores.
En ese contexto hay quienes, con preocupación honesta, consideran que expresar en negativo y eficazmente el voto (no anularlo) le hace el juego al PRI, como si durante décadas ese sufragio ejercido positivamente no hubiera tenido el mismo resultado de consolidar esquemas de poder antipopulares, sean a nombre del PRI o del PAN en Los Pinos, como si se hubiera avanzado en algo en aquellas entidades donde la oposición haganado, con excepción analizable en detalle del lapso de AMLO en el DF.
Un Instituto Nacional Electoral demostradamente continuador del esquema de fraude al gusto de los poderes, un tribunal electoral también al servicio de las élites (ambos, instituto y tribunal, constituidos a partir de cuotas repartidas entre partidos bucaneros, de tal manera que consejeros y magistrados obedecen a los grupos que al repartirse el pastel los llevaron a sus excesivamente bien pagados puestos), una legalidad evidentemente susceptible de violaciones múltiples (el Verde y sus anuncios en pantallas de cine, Metrobús capitalino, televisión, radio, revistas e Internet, para dar ejemplo de cinismo, mentira y virtual impunidad, pues les resulta más redituable ganar posicionamientos propagandísticos tempranos, aunque luego paguen multas ridículas o reciban amonestaciones fofas), un PRI pertrechado tras solidarismos clientelares y ríos de dinero sucio (tanto el proveniente del saqueo de los erarios como el de poco dudosa procedencia privada) y una oposición incapaz de presentar proyectos novedosos y llamativos, anclada en el reciclaje de sus cuadros cansinos, hacen que Grecia y España, Syriza y Podemos, se vean a una enorme distancia y que hoy sea válido preguntarse en México si tiene sentido el voto, si hay posibilidades reales de cambiar al sistema mediante comicios, si hay lugar para la esperanza cívica en el entramado partidista e institucional actual.
Y, mientras hoy se cumple un mes más sin los 43 estudiantes de Ayotzinapa, entre mentiras institucionales cada vez más irritantes y una protesta social que no cede al paso del tiempo, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero

