Oaxaca de Juárez, 25 de enero. La sospechosa muerte del fiscal Nisman ha desatado la incertidumbre sobre el ya quebrantado gobierno de Cristina Fernández. El fiscal había recabado todas las pruebas necesarias para incriminar al gobierno argentino de haber hecho caso omiso a un atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina en el año de 1994.
Si bien el gobierno de Cristina Fernández no necesita más detractores, creo que es importante puntualizar la serie de teorías conspirativas que envuelven al caso. En lo particular, dudo que el gobierno argentino haya maquinado una desaparición tan burda como lo fue la del fiscal Nisman, aunque las prácticas del partido de Cristina propicien dichas desapariciones.
Tampoco creo en la teoría apresurada que afirma que el fiscal hubiera cometido un suicidio el día mismo en el que había de comprobar la culpabilidad del Estado. Por su parte, estoy cierta de que Argentina, sus aliados y sus políticas, tienen más de una razón para querer desaparecer a un fiscal que en otras ocasiones ya habría señalado al gobierno argentino como autor de desapariciones forzadas.
En fin, la lista de presuntos culpables es tan larga que llega hasta los agentes diplomáticos iraníes y la serie de alianzas que el gobierno argentino mantienen con dicho país. Ahora bien, no serían novedad las prácticas de desaparición del gobierno iraní un tanto “latinizadas” al más puro estilo de las dictaduras de la guerra fría.
Se debe seguir en las investigaciones que esclarezcan la muerte del fiscal, sin dejar que la fantasía invada nuestro criterio al afirmar la presencia de espionaje iraní dentro del atentado en contra de Nisman. Es preciso por tanto, matizar que las políticas argentinas dentro de América Latina han marcado un profundo deslinde de Estados Unidos, teniendo que recurrir a nuevos aliados como lo son Irán y Venezuela, que por pertenecer al arbitrariamente nombrado “Eje del mal”, automáticamente se consideran que son capaces de cometer las peores atrocidades dentro de los Estados que les dan cabida.
En este mismo orden de ideas, pienso que occidente en general está asustado y desprotegido ante las “amenazas” que parezcan venir de oriente medio, y la manera de contrarrestar esta incertidumbre es culpar a estos países de actos que en lo particular pienso, no son de su interés. Pienso que el gobierno de Cristina tiene mucho que explicar a una sociedad tan lastimada por las prácticas de una dictadura sangrienta que ha dejado miles de secuelas en las generaciones argentinas.

