Oaxaca de Juárez, 25 de septiembre. El Alzheimer es la forma más común de demencia y, según la Organización Mundial de la Salud, cada tres segundos se diagnostica un nuevo caso en el mundo.
“En 2018 había 50 millones de personas con demencia en el mundo y para 2050 se espera que este número se triplique a 152 millones. Es más frecuente en mujeres en una relación dos a uno”, explicó la Dra. Myriam Jiménez, directora médica de Biogen México, durante el foro ‘Una ventana a la enfermedad de Alzheimer: Comprender para acompañar’
En México, la enfermedad representa la segunda causa neurológica que genera más años vividos con discapacidad y es la causa más común de muerte en personas mayores de 70 años; sin embargo, el diagnóstico sigue llegando tarde: entre el 50% y el 70% de los pacientes no son identificados hasta etapas moderadas o avanzadas.
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¿Qué son los biomarcadores?
Para cambiar este panorama, los especialistas destacan el papel de los biomarcadores, sustancias medibles que revelan procesos biológicos asociados a la enfermedad.
En el Alzheimer, los más importantes son la proteína beta amiloide, que forma placas entre las neuronas, y la proteína tau, que se acumula en marañas dentro de ellas.
Lo que sucede en el Alzheimer es que unas proteínas que deberían eliminarse se quedan adentro de la neurona… y además hay otras afuera de la neurona que forman placas. Estos dos elementos son los que más se han estudiado respecto a por qué ocurre el Alzheimer”, detalló la doctora Jiménez.
De lo invasivo a lo accesible
Tradicionalmente, los biomarcadores se obtenían a través de métodos invasivos, como la punción lumbar, que mide los niveles de beta amiloide y tau en líquido cefalorraquídeo, o mediante tomografías por emisión de positrones (PET), que permiten visualizar placas en el cerebro. Aunque precisos, estos procedimientos son costosos, requieren equipo especializado y en muchos casos no están disponibles para la población general.
La revolución llegó con el desarrollo de pruebas de sangre. De acuerdo con Alzheimer Association AAIC 26, estos análisis pueden predecir con más del 90% de exactitud la presencia de placas amiloides en el cerebro.
Un hito fue la aprobación por parte de la FDA, en mayo de 2025, de la prueba Lumipulse G pTau217/ß-Amyloid 1-42 Plasma Ratio. Esta analiza proteínas en plasma para calcular una proporción que indica la presencia o ausencia de placas.
En los ensayos clínicos, el 91.7% de los resultados positivos y el 97.3% de los negativos fueron confirmados por escáneres PET o pruebas de líquido cefalorraquídeo.
Lo que viene: del laboratorio al consultorio
Aunque prometedoras, estas pruebas aún enfrentan barreras de costo y disponibilidad. Una de estas pruebas, por ejemplo, tiene un precio de hasta mil 450 dólares, lo que dificulta su acceso masivo
Pese a ello, el potencial es enorme. “Hoy si podemos ir y que nos hagan una prueba de tau. Obviamente siempre se recomienda que estas determinaciones sean cuando el paciente tiene algún signo o síntoma”, explicó la Dra. Jiménez
La especialista también subrayó que la incorporación de biomarcadores en sangre representa un cambio de paradigma.
Detectar el Alzheimer en etapas tempranas no solo abre la puerta a tratamientos más efectivos, sino también a estrategias de cuidado que retrasen la progresión y mejoren la calidad de vida de pacientes y cuidadores”.
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Más allá de la sangre: nuevas ventanas
El futuro del diagnóstico podría incluir otras vías no invasivas. Investigaciones avanzan en el análisis de la retina, considerada una “ventana al cerebro”, ya que refleja los cambios neurodegenerativos del Alzheimer años antes de que aparezcan síntomas.
También se estudian biomarcadores digitales obtenidos a través de teléfonos inteligentes y wearables, que registran patrones de conducta, sueño o lenguaje y podrían alertar sobre deterioro cognitivo incipiente
Una oportunidad para México
El gran reto es trasladar estos avances a la práctica clínica en países como México, donde la falta de diagnóstico temprano es crítica. La doctora Miryam Jiménez advirtió que aún se requiere formar médicos de primer contacto capaces de diferenciar los olvidos normales del envejecimiento de los síntomas de demencia.
Lo que queremos es que estas pruebas lleguen a la atención primaria, porque ahí es donde podemos hacer la diferencia en millones de personas”, señaló
Los biomarcadores podrían democratizar el acceso al diagnóstico, reducir el subdiagnóstico y abrir la puerta a tratamientos más personalizados. Pero para que su impacto sea real, será necesario superar barreras económicas, capacitar al personal de salud y diseñar protocolos éticos que acompañen la detección temprana.
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