Oaxaca de Juárez, 3 de enero. (A Martín Mathus Alonso por la irreparable pérdida de su señora madre, doña Alicia. Un abrazo solidario personal y familiar en estos momentos difíciles)
DETRÁS DE LA NOTICIA. ¡Cuánta razón hay al afirmarse que las crisis son oportunidad de crecimiento… para algunos! Hoy las y los diputados oaxaqueños tienen la mayor oportunidad de su vida para pasar a la historia.
Bastaría que las y los legisladores estuvieran a la altura de las circunstancias y que tuvieran la visión y sensibilidad de entender y atender los reclamos históricos de los indígenas mexicanos.
La reaparición del Subcomandante Marcos y sus justos reclamos de cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar son la mayor oportunidad de oro de Oaxaca para pasar a la historia.
No es cosa menor la marcha silenciosa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) por las calles de Palenque, Las Margaritas, Ocosingo, Altamirano y San Cristóbal de Las Casas en Chiapas.
Sería un grave error que el gobierno de Enrique Pela Nieto minimizara la exitosa logística y disciplina de 30 mil indígenas tzotziles, tzeltales, tojolabales y choles, caminando bajo la lluvia.
Es innegable la formación militar que reciben los zapatistas en sus campos de entrenamiento, ubicados en Los Altos y Las Cañadas, desde antes de declarar la guerra al Gobierno en 1994.
La reaparición de los zapatistas con pasamontañas en Chiapas coincide con el proceso de la Reforma Indígena en Oaxaca que trabajan el Congreso y la Secretaría de Asuntos Indígenas.
La propuesta de nueva Ley Indígena del Estado de Oaxaca a elaborar por ambos grupos debe ser enriquecida con un riguroso análisis de los incumplidos Acuerdos de San Andrés Larráinzar.
Hay que tener mucho cuidado para evitar que el Falzati secretario de Asuntos Indígenas, Adelfo Regino Montes, ex asesor del EZLN, pretenda despacharse con la cuchara grande zapatista.
El mayor riesgo es permitir que se ideologice la propuesta de Reforma Indígena y pretenda dinamitar Oaxaca vía la balcanización so pretexto de la autonomía de los pueblos indígenas.
Altamente positivo sería que la nueva Ley Indígena de Oaxaca comprendiera el reconocimiento constitucional a las comunidades y pueblos indígenas como entidades de derecho público.
Ello brindaría la posibilidad de que por primera vez en la historia de México los pueblos indígenas
eligieran libre y democráticamente a sus representantes, como lo hace el resto de la población.
Este es el principal reclamo de las comunidades y pueblos indígenas de México, de Oaxaca y de Chiapas y, consecuentemente, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional desde 1996.
Ese año llegó con los resultados de la Consulta Nacional e Internacional por la Paz y la Democracia y con la firma de los acuerdos de la primera de las seis mesas sobre Derechos y Cultura Indígena.
Pendientes quedaron con mayor razón las cuatro mesas restantes sobre los temas de Democracia y Justicia. Bienestar y Desarrollo. Conciliación en Chiapas. Derechos de la Mujer en Chiapas.
Hoy deben incluirse, obligada y necesariamente, esos grandes temas nacionales que mantienen hundidos en la miseria e ignorancia a los más de diez millones de indígenas mexicanos.
¿Estarán nuestros padres y madres conscriptos a la altura de los tiempos que les han tocado vivir o los integrantes de la LXI Legislatura Local pasarán a las páginas de la historia negra de Oaxaca?
Hay, por supuesto, un importante grupo de expertos, pero también algunos indios ladinos disfrazados de indiólogos que arropan intelectualmente la Reforma Indígena de Oaxaca.
Confiamos en la honestidad intelectual de los expertos para que no les gane el protagonismo y den luces a las y los diputados con sus propuesta de nueva Ley Indígena del Estado de Oaxaca.