Oaxaca de Juárez, 19 de enero. Desde la fundación del que ahora con su tercer nombre de llama Partido Revolucionario Institucional, se adueñó del gobierno creando su propio sistema, conocido como presidencialismo, porque el poder ha estado siempre bajo el dominio de una sola persona, a pesar de que teóricamente lo deben ejercer tres instituciones, pero podríamos afirmar que el absolutismo se inició durante el salinato, porque antes el mandatario el turno contaba con miembros de su gabinete prestigiados y de sólida capacidad ideológica, cultural y política, aunque no se pueda asegurar que eran grandes patriotas, entre los que podemos citar a Agustín Yáñez, Jaime Torres Bodet y Jesús Reyes Heroles, a quienes seguramente se consultaba para la solución o toma de decisiones en los problemas más difíciles y trascendentales del país, o al menos se escuchaban sus opiniones, por lo que no se llegaba a los extremos tan bajos en los que se ha caído, por el declive iniciado con el absolutismo del salinato. De éste aún se siguen pagando las consecuencias de haber reducido mil pesos a uno y la entrega paulatina de las riquezas nacionales a las poderosas compañías extranjeras. De paso podemos decir que fue el primer usurpador de la Presidencia de la República, porque no la ganó en las urnas electorales sino que logró comprarla o atemorizar al triunfador para que no la peleara, y lejos de defenderse dejó plantados a todos sus seguidores. Esa cobardía sirvió para buscar nuevas formas para detentar el poder.
De Salinas de Gortari también puede decirse, como consecuencia, que no incluyó en su gabinete a ningún elemento valioso sino a puros seguidores incondicionales, ineptos y prepotentes, como Manuel Camacho Solís, quien en su afán de sucederlo en el cargo le sirvió hasta la ignominia, volviéndose de izquierda cuando sufrió la gran decepción, como la mayoría de los que siguen militando en esa corriente oportunista. De Luis Donaldo Colosio Murrieta sólo puede asegurarse que de un célebre discurso que pronunció con motivo de su destape se hizo una leyenda, para idolatrarlo por la falta de ídolos priistas, pero de no haber sido sacrificado hubiera resultado igual que todos los mandatarios e integrantes de la clase política de ese partido. La suerte del oscuro Ernesto Zedillo Ponce de León lo llevó a ser el sucesor y a incurrir en los mismos vicios de su jefe, sobre todo en el aspecto económico y político. Este llegó a traicionar a su partido imponiendo al panista Vicente Fox Quesada, quien igualmente tuvo como única consejera a Martha Sahagún, quien llegó a ejercer tal dominio que en poco tiempo enriqueció a su familia. Este sexenio y el siguiente, también panista, contribuyeron mucho al hundimiento del país, con la agravante de ensangrentarlo con el pretexto de combatir a la delincuencia organizada y al narcotráfico. Asimismo, Felipe Calderón Hinojosa fue el primero en abusar del poder en perjuicio del Ejercito Mexicano, sacándolo de sus cuarteles para asignarle tareas que sólo corresponden a la policía.
Es así como se llega al actual sexenio, en el que el poder absoluto lo ejerce Enrique Peña Nieto rodeado de un círculo cerrado de amigos e incondicionales, a quienes desde luego no consulta para su toma de decisiones, como tampoco atiende el clamor popular que desde su inicio le ha pedido un cambio de actitud que beneficie al pueblo mexicano. Su dominio sobre los partidos políticos, a los que cada año se les aumenta el presupuesto de subsidio, con el que subsisten en forma desahogada y hasta lujosa, ha servido de apoyo para la firma de convenios que han perjudicado a la nación, y que culminan con el reciente gasolinazo, por el que el encarecimiento de todos los productos, bienes y servicios, ha empeorado la de por sí crítica economía familiar. Las manifestaciones de protesta diaria en toda la República no han sido atendidas y las explicaciones del propio Peña Nieto y de sus principales colaboradores no convencen, porque se incurren sólo en lugares comunes para justificar lo que no es más que la continuidad de la venta de los bienes nacionales a las compañías extranjeras. La negativa a la creación de refinerías desde los sexenatos panistas, se ha mantenido en este sexenio a través de la firma del Pacto por México, en el que participaron la mayoría de los partidos políticos, por lo que el Congreso de la Unión aprobó las reformas estructurales, que comprendieron la venta de energéticos, propiciando la compra de nuestros propios productos al extranjero.
Como última respuesta a la demanda de derogar la liberación de precios de las gasolinas, se ha anunciado un nuevo gasolinazo para el próximo mes, por lo que las campañas en contra de han intensificado con manifestaciones y muestras de repudio al régimen, lo que puede resultar peligroso para la estabilidad nacional, ya que a pesar de que los tradicionales líderes populares se han vendido, están surgiendo otros en algunas entidades, sobre todo en el sureste del país, a los que difícilmente se podría someter, porque cuentan con el apoyo casi unánime de la población. Parece que aún es tiempo de que el gobierno rectifique, porque la exigencia actual ya es la de su renuncia, como no había ocurrido ni con los movimientos guerrilleros, que no fue tan difícil someter, porque no contaban con el respaldo popular. Incluso los medios de comunicación han dado cabida a las protestas ciudadanas, porque la carestía se ha generalizado a pesar del anuncio oficial de que sería controlada, lo que es imposible porque todo el aspecto financiero y comercial dependen de los energéticos. Sólo con un poco de sensibilidad y percepción de las consecuencias a que se podría llegar, hasta para el bien personal del propio Peña Nieto, se detendría la rebelión que ha motivado.
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