Oaxaca de Juárez, 28 de febrero. Para muchos analistas no hace falta esperar al martes para asegurar que Donald Trump será el candidato por parte de los republicanos a la presidencia de los Estados Unidos. Lo que para muchos- incluyéndome- resultaba imposible, ahora es una posibilidad que podría afectar no sólo nuestras relaciones con el vecino del norte, sino reestructuraría toda nuestra política exterior.
No es sorpresa que Donald Trump le ha apostado a capitalizar el odio de una de la sociedades más adoctrinadas a nivel internacional, como lo es la estadounidense. Lo que en realidad sorprende, es el eco que ha tenido el discurso que ostenta Trump y la capacidad que ha tenido de despertar pasiones entre los ciudadanos. La realidad, es que Trump ha sabido jugar sus cartas, aunque su estrategia se base en hacer todo lo políticamente incorrecto.
Debo reconocer que en su momento aposté al cabildeo judío en Estados Unidos para que mitigara la escalada de Trump en las primarias. Sin embargo, es importante reconocer que este personaje ha otorgado a algunas facciones de Estados Unidos la tan ansiada seguridad que perdieron desde los ataques del 11 de septiembre.
Es verdad que Trump se ha hecho odiar por latinos y musulmanes. No obstante, es importante tener presente que por extraño que parezca, el voto latino no ha desconocido al magnate. No es difícil entender la aceptación de la cual goza Trump si comparamos la gran aceptación que tuvieron muchos dictadores a lo largo de la historia.
Sin conceder, me atrevo a pensar que si el escenario de Donald Trump como candidato es realidad, Hillary Clinton tendría un escenario muy difícil de abatir con su ya asegurado voto afroamericano.
México, por su parte, deberá tener mucha pericia para mitigar las políticas que Trump busca implementar para con nuestro país. Una reconfiguración de la política exterior en nuestro país sería imperativo para sobrellevar el odio del posible presidente de los Estados Unidos.
Por otra parte, me gustaría terminar esta columna con el cuestionamiento de lo que no debió de haber enseñado la historia. Es importante reflexionar respecto a las consecuencias que personajes como Trump han tenido a lo largo de la historia, de ahí no se concibe cómo multitudes secundan la retórica de xenofobia y odio que distingue a este personaje.