Oaxaca de Juárez, 19 de octubre. En las últimas semanas una epidemia de ébola ha espantando al mundo entero. Muchos han sido los decesos que esta enfermedad ha causado y ha traspasado fronteras llegando a América con tres personas contagiadas. Si bien el ébola es considerada una de las enfermedades que cobra más vidas, cabría preguntarnos la razón por la cual esta enfermedad causa tanto repudio.
La realidad es que si bien el ébola puede tornarse en una enfermedad preocupante para toda la comunidad internacional, también es cierto que el amarillismo y el alarmismo han sido constantes en las notas que hablan del tema.
En lo particular pienso que en occidente se tiene tanto miedo al ébola pues pertenece a esa serie de enfermedades que no “deben” padecer las personas en occidente. Claro está que dicha enfermedad ha convivido con los habitantes de África desde hace décadas (al tiempo que la OMS no parecía tan preocupada al respecto). Resulta lógico entonces preguntarse por qué ahora la comunidad internacional está tan preocupada por mitigar el daño de dicha enfermedad cuando personas en África han muerto durante muchos años por la misma.
La gran diferencia es que ahora la enfermedad no sólo aqueja a personas en un continente que para muchos no cuenta, ahora el ébola se presenta en Europa y Estados Unidos, lugares que en teoría no deberían padecer los estragos de esta enfermedad.
De ahí que nos preguntemos qué es lo que nos diferencia de otras personas o por qué pensamos que no nos pueden pasar cosas sólo por ser occidentales, por qué las cosas empiezan a tomar importancia sólo cuando perjudican a los países europeos o norteamericanos (excluyendo a México por supuesto). Es por ello que pienso apropiado tomar con reservas todo lo que los medios de comunicación occidentales nos comunican acerca del ébola y las repercusiones que tiene a nivel social, pues de alguna manera reflejan el pensamiento colonialista que impone una visión occidental de bienestar que brinda importancia sólo a los problemas de occidente.