Oaxaca de Juárez, 14 de octubre. El Instituto de Ecología y la FES Iztacala, de la UNAM, analizan el genoma de diferentes variedades de calabaza, calabacita, chilacayote y otras plantas del género Cucurbita, para identificar a través de sus genes, cómo fue la historia de la diversificación y domesticación de este cultivo; uno de los primeros que usaron en América los pueblos que pasaron de vida nómada a sedentaria.
Esto es sólo una de las respuestas que busca este esfuerzo porque la información que genera también ayuda a conocer qué recursos genéticos tiene el país, cómo están distribuidos geográficamente y cómo fue su evolución. Es muy importante decir que antes de este proyecto, los estudios más importantes sobre calabazas mexicanas habían sido realizados por científicos de Estados Unidos, en los años 80.
Aunque pocos lo saben, México es centro de diversidad de plantas del género Cucurbita, al cual pertenecen las calabazas. De las 20 especies o taxa de calabazas conocidas en el mundo, 15 viven en este país. Cinco de esas especies han sido domesticadas y tienen gran importancia económica y alimenticia para millones de mexicanos pues forman parte de la milpa, que es el sistema agrícola donde se siembra, en diferentes momentos pero en un mismo espacio: maíz, frijol y calabaza.
El estudio universitario pretende llenar muchos vacíos de información que existen sobre esta planta pues, aunque existen registros arqueológicos que indican que la planta ya había sido domesticada hace 9 mil años en regiones como Puebla, Oaxaca y Guerrero, en realidad no hay un buen registro de su diversidad genética ni buenas colecciones de germoplasma silvestre ni de las razas tradicionales o criollas.
El doctor Luis Eguiarte, del Instituto de Ecología, presentó los primeros resultados de esta investigación que desarrolla junto con Gabriela Castellanos, Erika Aguirre Planter y Rafael Lira Saade, en una conferencia que ofreció en la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), durante el encuentro Ciencia y Humanismo II. Ahí describió cómo usan métodos genéticos y genómicos para entender los mecanismos evolutivos y ecológicos de estas plantas.
“Aunque siempre hemos pensado que la domesticación sucedió en los lugares donde se han encontrado registros arqueológicos de semillas de calabaza, también es posible que se hayan encontrado en esos lugares porque es donde hay las cuevas que han permitido su conservación”, explicó el especialista en Ecología Evolutiva, del Instituto de Ecología.
LEER EL GENOMA. Este proyecto fue una iniciativa del doctor Lira Saade, de la FES Iztacala y actualmente está financiado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiveridad (Conabio) y lo que busca es entender la filogenia, evolución molecular, genética de poblaciones y genómica de las especies de cucúrbita en México.
El estudio tiene muchos niveles de lectura, por ejemplo, realizó colectas de semillas por todo el país para obtener algo que se podría comparar con una gran foto panorámica de la distribución. Con ella se elaboró la filogenia o descripción de las relaciones familiares generales entre las diferentes especies y encontró, entre otros datos, que en el estado de Veracruz existe la mayor variedad genética de calabazas, mientras que Sinaloa es uno de los estados con menos variantes genéticas en ese cultivo, familiar del pepino, el melón y la sandía.
“Lo que hemos tratado de conseguir son todas las formas, especies y subespecies del género y ahora tenemos una filogenia mucho más robusta con relojes moleculares que nos permiten estudiar mejor los tiempos cuando sucedieron los eventos evolutivos, así como las tasas de diversificación dentro de los grupos”, explicó el doctor Eguiarte, quien explicó que de este gran estudio se podrán nutrir muchos nuevos estudios para entender más la riqueza biológica y aprovechamiento de este género de plantas de alto interés biológico y alimentario en México.
La Crónica