Oaxaca de Juárez, 24 de enero. Es científico mexicano y se especializa en Biología evolutiva, particularmente en el origen de la vida. Antonio Lazcano es hoy una de las voces científicas más buscadas para entender el comportamiento de la pandemia de Covid-19 en México. Su voz se escucha en la radio, se lee en los periódicos y se encuentra en los sitios de internet. No necesita ser epidemiólogo, dice, para saber que el barco no va por buen rumbo.
“Los resultados son absolutamente catastróficos“, sentencia en entrevista para La-Lista. Los indicadores que sustentan su afirmación son las casi 150,000 muertes por Covid-19, los hospitales saturados, el llamado a que los pacientes sean atendidos en su casa, la saturación de crematorios y funerarias, y la falta de oxígeno.
¿Dónde inició la mala gestión? Lo tiene claro: en el rechazo inicial de las autoridades al significado de la investigación científica y en su empeño de negarse a ver la realidad.
¿Cómo evalúa las políticas públicas que se han implementado en el país para atender esta pandemia?
En primer lugar creo que no se ha implementado nada mínimamente coherente. En segundo lugar, los resultados son absolutamente catastróficos y creo que eso va desde la incapacidad del Estado mexicano, del gobierno en particular, para darse cuenta de la ineptitud del secretario de Salud, del doctor López Gatell, de la incapacidad del presidente para afrontar la realidad.
Y los indicadores son muy claros: los hospitales saturados, la Ciudad de México ya con el llamado a que los pacientes sean atendidos en su casa y que ahí se les administre oxígeno, la saturación de crematorios y las funerarias, la falta de oxígeno y las cifras trágicas que, según los números gubernamentales, son del orden de 150,000 fallecimientos pero que el mismo gobierno reconoce que pueden ser dos o más veces mayor.
Los problemas se acumulan. Empezamos con la problemática ‘natural’ de la pandemia, luego la saturación de hospitales, la crisis de oxígeno, las vacunas…
Se nos va acumulando la tragedia. Todo comenzó cuando el doctor López Gatell creyó, junto con su equipo de asesores y colegas más cercanos, que podía desbaratar los equipos de epidemiología que existían previamente y que eran de una solidez enorme. Luego, si uno revisa las declaraciones que hizo al principio, cuando afirmaba de manera muy categórica que el problema era más o menos equivalente al de una influenza y no iba a pasar a mayores. La lista podría ser enorme.
Recuerdo que, en un momento dado, esa declaración ridícula por decirlo menos, y obsequiosa con el poder donde decía que el presidente no es una fuerza de contagio sino una fuerza moral. Y ya para entonces era evidente –con los datos que venían de Europa, con el registro de lo que estaba pasando en los países asiáticos– que se trataba de un problema severísimo. Cito unas fechas muy concretas, el 18 de marzo del año pasado fue cuando el presidente dijo aquella cosa ridícula de que el escudo protector es la honestidad, el no permitir la corrupción, el ‘detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo’ y una serie de casos equivalentes. Al día siguiente, el mundo entero se quedó horrorizado de ver los camiones del Ejército italiano que iban llevando cadáveres hacia los crematorios, es decir, evidentemente ya había una conciencia o debería haber habido para entonces una conciencia de lo que estaba pasando a nivel mundial y había una negación de la gravedad del problema.
El 2 de diciembre, por ejemplo, del año pasado, el presidente afirmó que López Gatell y Alcocer le habían dicho que el cubrebocas no era indispensable y, ya para entonces, era perfectamente evidente que el cubrebocas era uno de los instrumentos más poderosos que tenemos para detener el contagio. Y a eso hay que agregar ahora la falta de transparencia para aclarar cuál es la estrategia de vacunación y la politización del proceso mismo.
Infomarción de:https://la-lista.com/Foto: Ciber-genetica.