PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS,
ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
Oaxaca de Juárez, 1 de diciembre. Estamos viviendo el Primer Domingo del Adviento. Dios nos concede esta gracia de que estemos vivos y, a la vez, que podamos acudir a este recinto sagrado para vivir nuestro encuentro con Dios. Démosle gracias.
Ya hemos escuchado Su Palabra. El Señor nos hace esa invitación de que estemos alertas para la venida del Señor. Que sea una de nuestras grandes preocupaciones, alertas, muy conscientes, porque en la vida nos preocupan muchas cosas, nos distraen muchas cosas, y tal vez las vivencias de la fe, a veces las descuidamos y sólo tenemos unos momentitos y, a veces, esos momentitos se nos hacen muy pesados y muy largos. Sólo pienso, por ejemplo, en esta misa, lo que vamos a durar, el tiempo que vamos a ocupar y, tal vez más de uno diga: híjole, estuvo muy larga la misa, muy pesada, mucho rato y pensamos tantas y tantas cosas a lo largo de la vida, pasamos horas y horas en ciertos detalles que no se nos hacen largos, sentimos que nos falta tiempo para disfrutar, que llegamos tarde a disfrutar de esa fiesta, pero cuando tenemos que ponernos en ese pensamiento con Dios, híjole, queremos que pronto se acabe.
Estemos alertas.
Lo que pasa en nuestra vida, ahí va Dios acompañándonos, no nos deja solos, deberíamos de ser agradecidos y de sentir siempre Su presencia, Su compañía.
Qué alegría me da a mí poderlos mirar en esta Iglesia Catedral, a mí me llena de gozo, a mí me llena de mucha paz ver la presencia de ustedes aquí, que también a usted lo llene de mucha paz.
Tenemos que prepararnos y vivir siempre en ese ser mejores, más llenos de Gracia, practicando la virtud, llenando nuestro corazón de lo que se debe de llenar, del amor a Dios y llenemos el corazón de los demás del amor divino, que también usted sea ese canal de amor divino que llega al corazón de otras personas.
Yo estoy muy agradecido con Dios, porque he recibido mucho amor de Él a través de ustedes. Yo lo siento y lo vivo y me llena de mucho gozo y siempre me digo cuánto me ama Dios y tengo que corresponder a ese gran amor de Dios.
Así también viva usted, llenando el corazón de los demás, para que ellos reciban su amor y sean muy felices, disfruten la vida y, en esos momentos de prueba, de dolor, de sufrimiento, recordando lo que usted le regala de amor, le anime y le fortalezca.
Un saludo, una palabrita siempre anima, un gesto, una mirada, siempre dice mucho. No la niegue a nadie y, en especial, a los que están cercanos a usted.
Vivimos preocupados, lo que decía el Evangelio, nos preocupamos de muchas cosas y tal vez pensamos: qué va a pasar, qué va a hacer de nuestra vida.
Usted vaya siendo feliz, vaya realizando y haciendo lo que tiene qué hacer y hágalo con gozo, con alegría, con mucha responsabilidad y disfrute lo que hace, disfrútelo y siempre esté en las manos de Dios.
Lo que vivimos a veces, en nuestros pueblos, de violencia, de inseguridades, es preocupante, muy preocupante, pero en Dios sintámonos protegidos. En Dios sintámonos bendecidos, cuidados, en Dios. Siempre piense en Dios, siempre busque a Dios.
No nos olvidemos de Él.
Que este tiempo nos lleve a prepararnos a prepararnos para celebrar y conmemorar el Nacimiento del Señor, que no nos quedemos solamente en los adornos de nuestros templos, de nuestras casas, que preparemos nuestro corazón. Este es el mejor pesebre para Nuestro Señor, este corazón y señálelo usted, en este corazón va a nacer Nuestro Señor de nuevo, me va a llenar de esperanza, me va a llenar de luz, me va a fortalecer con Su presencia. Voy a vivir la alegría de la Navidad si Dios me lo concede, pero aquí, en este corazón, en este corazón y, para eso, necesitamos sacar del corazón lo que impide que el Señor esté dentro de nosotros, viva en nosotros. Saque, saque tantas cosas que usted sabe que no le agradan a Nuestro Señor, hágalas a un lado.
Hoy nos encomendamos también a la Divina Providencia, es el primer día del mes. Queremos que Nuestro Padre siga siendo providente, nos siga dando lo necesario para vivir, nos siga haciendo sentir Su presencia y Su compañía.
Encomendémonos a la Divina Providencia y, hoy también, a mí me llena de esperanza, de mucha esperanza, lo que estamos viviendo en esta Celebración. Nuestros jóvenes van a recibir un ministerio o candidatura. Son los procesos que va teniendo un joven para llegar al sacerdocio. Uno va a recibir candidatura a las órdenes sagradas y se seguirá preparando para que luego reciba el ministerio de lector y el ministerio de acólito y, después de ello, entrar al Orden Sagrado, recibiendo el Diaconado y, después, recibiendo el Presbiterado.
Esto, a mí me llena de esperanza, porque veo la gran necesidad que tiene nuestra Arquidiócesis de sacerdotes, lo pide nuestro pueblo: mándenos un padre, queremos tener un padre en nuestra comunidad. Nosotros éramos parroquia y tenemos muchos años que no tenemos un sacerdote que viva con nosotros, mándenos un padre… de dónde, no tengo… Gracias, jóvenes, porque se están preparando para ser sacerdotes.
Un día podremos llenar de alegría a esas comunidades tan necesitadas de sacerdote, porque usted irá a ese lugar y alegrará con su presencia y ese pueblo ya no se va a sentir solo, abandonado, huérfano, porque a veces así me dicen, nos sentimos huérfanos, no tenemos padre en nuestra parroquia, no tenemos padre, nos sentimos huérfanos.
Tenemos que promover las vocaciones a la vida sacerdotal y a la vida religiosa. Nos toca a todos, nos toca a todos y ellos, hoy, van a recibir un ministerio y vienen de familias humildes, sencillas, como es su familia, ahí en su casa promueva también la vocación a la vida sacerdotal y religiosa, promuévala, dígales a sus hijos que piensen también en el sacerdocio, que piensen en ello. Lo queremos y lo necesitamos.
Jovencitos, jovencitos, la vida se pasa muy rápido. Miren, ya estamos en el último mes de 2024, en el último mes. Usted ya hizo sus cuentas cuándo sería ordenado sacerdote, más o menos, ya le hizo la suma. Ah, yo voy a ser sacerdote en el 2025, diría Beto, el diácono que está ahí ya pensó, el día 6 de febrero yo voy a ser sacerdote en mi tierra de Atzompa, ya te hice la promoción, todos ellos van a ir a tu ordenación, entonces necesitamos cuatro vacas, el día 6 de febrero. Usted haga sus cuentas y verá que pronto se va a hacer el 15 de mayo, el 27 de junio del año no sé qué, va a llegar, va a llegar… perseveren, perseveren jovencitos, perseveren y con su testimonio de vida sean grandes promotores de la vocación a la vida sacerdotal, con su testimonio de vida, con su alegría de jóvenes, con su espíritu de servicio, con su ser de apóstoles, sean grandes promotores y, nosotros sacerdotes, ni se diga, promotores de la vocación a la vida sacerdotal con nuestra entrega, con nuestra alegría, con nuestro desgaste de cada día.
Felicidades, felicidades y síganse preparando, hay que pedir enseguida los ministerios, hay que pedir, ah, no, ya no pidan, iba a decir, pidan el ministerio, bueno, los que van a recibir lectorado ya no van a pedir, ya pidieron lectorado y acolitado. Los que reciban el acolitado ya vayan pensando, ya vayan pensando, lo siguiente es ser diácono, vayan pensando para que, en su momento, hagan su petición para recibir el diaconado, de lo demás, me encargo yo; de lo demás me encargo yo; de lo demás se encargan sus formadores y, entre todos, los vamos a sacar adelante.
Felicidades, felicidades y encomendémonos a la Madre de Dios para que siga tocando Ella el corazón de los jóvenes, para que quieran ser los ministros de Dios y que participen del sacerdocio ministerial de Su Hijo Jesucristo.
Que así sea.