Tres ex gobernadores rumbo a la reconquista de Oaxaca
Cuauhtémoc Blas
Rumbo al 2016, año de la sucesión de gobernador de Oaxaca, la suerte se complica. La de la entidad, claro está, no así la de los grupos políticos que se han disputados y repartido el poder en la historia reciente de Oaxaca. Y decir repartirse el poder es decir repartirse el erario, pues eso es lo que de manera preeminente buscan, hacerse del dinero público.
Las “comaladas” de nuevos ricos ya no son sexenales, se da inmediatamente, en cuanto toman el control de puestos y cargos. Hay quienes tienen negocios y restaurantes en la capital del país y hasta en el extranjero antes de culminar el sexenio, incluso antes de llegar a la mitad de este sexenio, se ha visto.
Hay a quien la Secretaría de Hacienda le ha incautado 60 millones de pesos por concepto de impuestos no declarados. ¿De qué tamaño serán los ingresos de quien no tiene empresa? Me refiero a quien ya es del dominio público en este asunto, Jorge Castillo, ministro sin cartera del actual gobernador pero con más poder que cualquiera con cargo.
Algunos ex gobernadores son millonarios, otros multimillonarios; alguno lo es en dólares, con bienes en Estados Unidos, y aún quieren más y más, hasta el infinito. No les merece un ápice de consideración que esas fortunas gigantescas amasadas en el estado más pobre de México se erijan a costa de la agudización de la miseria de millones de oaxaqueños.
Los ex gobernadores, José Murat, Ulises Ruiz y Diódoro Carrasco, incluidos en esta dinámica, van de regreso, no de lo que se llevaron sino por el retorno al poder ejecutivo de Oaxaca con los abanderados de sus grupos de poder aún en funciones, y se reagrupan cuando tienen “gallo” con posibilidades. Por eso se complica el escenario de la sucesión en Oaxaca; sucesión que, aun complicada, ya urge, ya debería ser mañana de acuerdo al sentir popular que regresen los… mismos pero menos ineptos.
José Murat es el más predecible, sin lugar a dudas su abanderado es su hijo Alejandro, quien se ha presentado como uno de los fuertes aspirantes, merced a su cercanía con Enrique Peña Nieto con quien ha hecho equipo desde que el hoy presidente fuera gobernador del Estado de México, fue su director de Radio y Tv Mexiquense. Su debilidad es su residencia, pues no cubre la exigencia constitucional al respecto de cinco años en Oaxaca, sin embargo, ya avanza la propuesta legislativa de que en 2016 se elija a un gobernador de dos años para homologar las elecciones locales con las federales y de paso esperar a que el junior, oriundo del Estado de México, cumpla con la formalidad de los cinco años de residencia en esta entidad.
De ser así nada mejor que tener un gobernador de dos años a modo o, por lo menos, amigo, para que salvado ese requisito y diluidas la fuertes revelaciones del New York Times de las ostentosas propiedades en EU de la familia Murat, su partido pueda entonces sí lanzarlo como candidato a gobernador de Oaxaca sin mayores contratiempos.
Ulises Ruiz, otro de los ex gobernadores que quiere regresar con su equipo, impulsa a su candidato Eviel Pérez Magaña. Éste último aunque perdió la elección para senadores, por obra y gracia de las componendas legaloides de la partidocracia, es senador de “primera minoría”, o sea cargo que se regala a quien pierde las elecciones con el mayor número de votos. Si hubiera de “segunda mayoría” quizá hubiera sido senador Diódoro Carrasco, quien también participó en esa contienda hace casi 5 años, pero perdió peor. El grupo de Ulises tiene un plan b con Héctor Pablo Ramírez, aunque éste casi juega por la libre. Sin embargo, no hay que perder de vista a Beatriz Rodríguez Casasnovas, si es que ganara la diputación federal próximamente. Otra mujer, a tono con la política feminista del presidente Enrique Peña Nieto.
Independientemente de otros aspirantes, uno más que responde a otro ex gobernador es José Antonio Estefan Garfias. Cabeza visible del grupo de Diódoro Carrasco y con el impulso del gobernador actual, Estefan salió del PRI para buscar la candidatura con el PRD, misma que finalmente obtuvo no obstante los reclamos e inconformidad de los perredistas con antigüedad.
Igual que López Obrador en el país, Estefan busca por tercera ocasión entrar en la disputa del poder ejecutivo de Oaxaca. La primera ocasión fue bajado de la candidatura por José Murat. Era 1988 cuando el delfín de Diódoro, Estefan se encaminaba casi en caballo de hacienda rumbo a la candidatura del PRI al gobierno de Oaxaca. Murat se movió, amagó con irse al PRD, lo ayudó Porfirio Muñoz Ledo con aquella reunión en el restaurante Asador Vasco en el centro de Oaxaca; después su plática con el presidente Ernesto Zedillo. Al final, fue Murat el candidato y Diódoro sub secretario y luego secretario de Gobernación.
En 2010 Estefan formó parte de la media docena de aspirantes que habilitara Ulises Ruiz y a quienes llamó burlonamente “aspirinas” pues su hombre fuerte siempre fue quien resultó candidato, Eviel Pérez. Hoy el descendiente de libaneses, Estefan Garfias, se apresta a su tercera intentona. Antes debe ganar la diputación a Sofía Castro del PRI quien, igual que él, maneja las mañas electorales al dedillo. La ventaja del neoperredista, como advierten sus derrotados opositores de su nuevo partido, es que cuenta con el apoyo de todo tipo del gobernador del estado, miembro prominente del grupo diodorista al que ambos pertenecen.
Varias interrogantes hay en torno a esta auténtica jugada política. 1. ¿Cómo es que Murat, socio de los chuchos dueños del PRD nacional no inhibió la designación de su adversario político? 2. ¿En la puja, no ofreció más? 3. ¿Preferirá de candidato y, en su caso, de gobernador, por dos años a Estefan que a Benjamín Robles Montoya? Claro, en caso de que esa propuesta de dos años prospere.
Hasta aquí vamos, falta mucho que ver aún para la sucesión, pero el escenario se va perfilando. Hay otro ex gobernador, Heladio Ramírez, quien igualmente podría proyectar a su descendiente, a su hija Narcedalia Ramírez Pineda. Pero el grupo de éste está casi diluido, sólo tiene alguna presencia en la mixteca. Son los otros tres quienes aún conservan capacidades para presionar y negociar. Aunque finalmente lo más probable es que en el caso de los priistas se imponga la decisión del presidente Peña para designar candidato, empero precisamente todos tratarán de que ese dedo elector se incline a favor suyo. En el caso perredista después de este 7 de junio el escenario podría modificarse. Falta poco.
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