TLC: ¿negociar, actualizar o romper?
Rubén Cortés
Oaxaca de Juárez, 13 de enero.“Cuando las circunstancias cambian, yo cambio mi forma de ser, y usted, ¿qué está dispuesto a hacer?” Esta frase de Keynes, el gran economista inglés, es retomada por Carlos Salinas en una gran entrevista que le hizo Jorge Fernández en Proyecto 40, sobre el TLC, que firmó el expresidente en 1992 y entró en vigor en 1994.
Es una frase que cobra especial vigencia cuando la asunción del proteccionista Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos puede colocar a México en la disyuntiva de renegociar el TLC, actualizarlo o romperlo unilateralmente en una expresión de patriotismo.
Acerca del TLC, Trump cambió su forma de ser y, entonces, nosotros qué vamos a hacer. Lo ideal sería actualizar el convenio. Una actualización que de todos modos ya se hacía necesaria porque en casi un cuarto de siglo el documento no volvió a ser revisado.
México, Estados Unidos y Canadá optaron por la ley del menor esfuerzo: si el TLC funcionaba, para qué moverle. Una posición lamentable porque no tuvieron en cuenta que después de 1994 el mundo cambió con nuevos inventos.
En ese casi cuarto de siglo llegaron Internet, el iPhone, Google Maps, los drones, coches eléctricos o que se conducen solos, que cambiaron la vida en el planeta, aunque para muchos expertos su efecto en la productividad de las empresas es poco comparado con los del siglo XX: motor de combustión interna, electricidad, el avión, las autopistas…
Carlos Salinas, el padre mexicano del TLC, considera que después de un cuarto de siglo las circunstancias se han modificado, con nuevos productos y la revolución en la electrónica y en la aeronáutica, los sistemas financieros y la multiplicación de las tecnologías:
“Hay que encontrar la manera que beneficie nuevamente a ambos países, incluso a Canadá, para adecuar lo que sea necesario a esas nuevas realidades. Aquí de lo que se habla es de modernizar y me parece indispensable”.
Pero Salinas es reacio a “reabrir”, porque significaría que otra vez todos los intereses que no queda-ron totalmente satisfechos reclamen. Son los que, dice, llevaron a Trump a la Casa Blanca: los votantes de los estados que han perdido manufacturas: Michigan, Ohio, Pensilvania.
Son quienes afirman que esas manufacturas vinieron para acá porque aquí los salarios son bajos. Pero esas manufacturas en Estados Unidos vienen desapareciendo desde los años 60, porque ese país se industrializó hace más de 100 años y va en proceso de desindustrialización.
Es momento de urgencia de unidad, no sólo nacionalista, sino también de talento; es hora de que nadie que pueda aportar ideas sea apartado, desde los negociadores del TLC en los noventa, junto con quienes han venido estudiándolo.
Porque las circunstancias cambiaron, los otros cambiaron su forma de ser…
Y estamos en problemas.
Twitter: @ruben_cortes
