Sarai Jiménez
Oaxaca de Juárez, 12 de marzo. Por segundo año consecutivo, la pandemia de Covid-19 impidió la representación de la Samaritana, tradición que cada año se realiza en Oaxaca para evocar en el cuarto viernes de cuaresma el pasaje bíblico en el que Jesús, de origen judío, le pide agua a una samaritana que se encontraba junto al pozo de Jacob.
Esta tradición, única en Oaxaca, convocaba a comerciantes y restauranteros principalmente, quienes sobre el Andador Turístico Macedonio Alcalá instalaban puestos de aguas frescas de distintos sabores como horchata, limón, jamaica y tamarindo para regalar a los oaxaqueños y turistas que participan de esta celebración.
Jóvenes, amas de casa, empleados y visitantes de la Verde Antequera, podían acudir frente a la Iglesia de la Sangre de Cristo, donde el arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca, guiaba la representación del pasaje bíblico, para posteriormente bendecir las aguas frescas.
En esta celebración los comerciantes que participaban también regalaban nieves oaxaqueñas de leche quemada, tuna, y limón, además de dulces regionales.
Todo el Andador Turístico se convertía en una celebración debido a la gran cantidad de oaxaqueños que no perdían la oportunidad de tomar el agua de la Samaritana.
Este año también esta tradición ha quedado en el recuerdo debido a la que las autoridades estatales y municipales impidieron desde el inicio de la pandemia por Covid-19 organizar cualquier tipo de reunión, fiesta o celebración con el fin de evitar mayores contagios por Covid-19.
En Oaxaca la contingencia sanitaria comenzó en marzo del 2020, por lo que hace un año ya no fue posible organizar la Samaritana.
Atrás quedaron las multitudes que se aglomeraban en torno a esta celebración, hoy de lo que se trata es cuidar a la familia, ya que la pandemia no ve estatus social, lo mismo afecta a pobres que a ricos, sin embargo, la clase más desprotegida está en desventaja y riesgo al no contar con la solvencia económica para enfrentar la enfermedad.
Hoy, solo la galería Proyecto Mestizo, es uno de los pocos negocios del Centro Histórico donde los propietarios regalaron agua a los oaxaqueños.