
El médico desconfiado por la corrupción imperante en el país y en el estado como se constata a cada rato, solicitó al suscrito hacerle conocer la ruta adecuada cuando en Santa María Tlahuitoltepec así como Santa Cruz y Santiago Mitlatongo sufrieron embates de fenómenos naturales, sabedor de la corrupción en que se desenvolvían y se desenvuelven muchos de los integrantes de esferas gubernamentales, eclesiástica y militares decidió llevar personalmente ayuda solidaria propia y recolectada a ese fin y demuestra con hechos y no sólo intenciones o buenos propósitos y obvio que él y su familia cultivan valores y a continuación se reproduce uno de su envíos.
Ya casi no se habla de la Palabra de Honor. Ha sido borrada de algunos diccionarios porque está fuera de tiempo. Si gustan saber qué significa tenerla, lean la siguiente anécdota.
Este texto fue tomado del libro “la otra historia de México, Díaz y Madero, la espada y el espíritu” de Armando Fuentes Aguirre ¨catón¨, digno de ser compartido, esos sí eran hombres……
A la caída de Querétaro quedó prisionero de los Juaristas el General don Severo del Castillo, Jefe del Estado Mayor de Maximiliano, condenado a muerte su custodia se encomendó al Coronel Carlos Fuero. La víspera de la ejecución dormía el Coronel, su asistente lo despertó. El General Del Castillo le dijo deseaba hablar con él. Se vistió de prisa y acudió de inmediato a la celda del condenado a muerte. No olvidaba que don Severo había sido amigo de su padre.
— Carlos, le dijo el General, perdona que te haya hecho despertar. Como tú sabes me quedan unas cuantas horas de vida, y necesito me hagas un favor. Quiero confesarme y hacer mi testamento. Por favor manda llamar al padre Montes y al licenciado José María Vázquez.
— Mi General, respondió Fuero, no creo que sea necesario que vengan esos señores. ¿Cómo?, se irritó el General Del Castillo. Te estoy diciendo que deseo arreglar cosas de mi alma y mi familia, ¿y me dices que no es necesario que vengan el sacerdote y el notario?
-En efecto, mi General. No hay necesidad de mandarlos llamar. Usted irá personalmente a arreglar sus asuntos y yo me quedaré en su lugar hasta que usted regrese. Don Severo quedó estupefacto. La muestra de confianza que le daba el joven Coronel era extraordinaria.
Pero, Carlos, respondió emocionado, ¿qué garantía tienes de que regresaré para enfrentarme al pelotón de fusilamiento? Su PALABRA DE HONOR, mi General, contestó Fuero.
Salieron los dos y dijo Fuero al encargado de la guardia: El señor General Del Castillo va a su casa a arreglar unos asuntos. Yo quedaré en su lugar como prisionero. Cuando él regrese me manda usted despertar.
A la mañana siguiente, cuando llegó el superior de Fuero, General Sostenes Rocha, el encargado de la guardia le informó lo sucedido. Corriendo fue Rocha a la celda en donde estaba Fuero lo encontró durmiendo tranquilamente. Lo despertó moviéndolo.
— ¿Qué hiciste Carlos?, ¿por qué dejaste ir al General? – Ya volverá contestó Fuero. Si no, entonces me fusilas a mí y asunto arreglado. En ese preciso momento se escucharon pasos en la acera.
— ¿Quién vive?, gritó el centinela. ¡México!, respondió la vibrante voz del General Del Castillo. Y un prisionero de guerra cumpliendo su PALABRA DE HONOR volvía Don Severo para ser fusilado.
El final de esta historia es muy feliz. El General Del Castillo no fue pasado por las armas. Rocha le contó a don Mariano Escobedo lo pasado, y éste a don Benito Juárez. El Benemérito, conmovido por la magnanimidad de los dos militares, indultó al General y ordenó la suspensión de cualquier procedimiento contra Fuero. Ambos eran hijos del COLEGIO MILITAR; ambos hicieron honor a la Gloriosa Institución. Quedan muchas familias que a sus hijos les inculcan a tener palabra, palabra de honor.
¿Es posible que lean estas notas lo que consigna Catón o Armando Fuentes Aguirre y aquí resumimos lo lean ciertos pillos? Aunque no sean militares los de los partidos políticos les debe calar la lección de los mílites ajenos, no le pedimos honestidad ni patriotismo que es mucho para ellos sino que sepan que existe el honor y la palabra. hbeltrang@hotmail.com