Oaxaca de Juárez, 2 de febrero. En colaboración anterior me referí a los grandes escándalos políticos por los que se desvió la atención popular de su radical oposición al nuevo gasolinazo peñanietista, y que ante ellos este quedaba firme. Uno de esos distractores, propiciado desde Los Pinos, fue la campaña y elección presidencial del nefasto Donald Trump, en las que Peña Nieto tuvo mucho que ver, porque su invitación a visitarlo, a través del entonces secretario de Hacienda Luis Videgaray Caso, contribuyó de manera importante a su triunfo, por lo que se ganó el repudio y las críticas que llegaron hasta la exigencia de su renuncia a la Presidencia de la República. De igual manera se reiniciaron las manifestaciones de protesta contra el gasolinazo, y más aún por el anuncio de uno nuevo y mayor para el mes de febrero, más los que siguieran cada mes, pero fue entonces cuando Trump firmó la orden para la construcción del muro fronterizo con México y canceló la cita a la audiencia que le había hecho a Peña Nieto, que se efectuaría el pasado martes 31 de enero, por lo que éste no tuvo otro camino más que anunciar su decisión de no asistir a tal encuentro, en el que se le obligaría a comprometerse a pagar los miles de millones de dólares que costaría el famoso muro, que se sabía iba a aceptar, como todas las imposiciones del gobierno norteamericano.
Ante esa situación, que en forma exagerada y equivocada se consideró como una burla para el pueblo de México, sin advertir la jugada ventajosa de ambos mandatarios, los líderes oportunistas convocaron a la unidad nacional, y a cerrar filas de apoyo al mexicano, al que consideraron un verdadero jefe de estado y de gobierno, algo así como un estadista patriota y defensor de su pueblo. Entre ellos destacaron los dirigentes de los partidos políticos registrados, principales beneficiarios de las canonjías y privilegios que les otorga el sistema. Lo que ya no se consideró una novedad fue que también Andrés Manuel López Obrador se haya sumado a ese apoyo y convocado a sus partidarios a unirse a las filas de la oficialidad para la supuesta defensa nacional, porque de un tiempo para acá ha cambiado mucho su táctica política, pensado que su radicalismo le impedía que la “mafia en el poder” lo dejara llegar a la Presidencia de la República. Por eso se ha vuelto casi sumiso, y no se ha atrevido a enarbolar la causa popular de una verdadera lucha contra el gasolinazo, ni menos contra las reformas electorales. A lo más que ha llegado es a defender la educativa, pero por ganarse el apoyo del sector magisterial más numeroso, que se ha aglutinado en las filas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Esta situación permitió que se afianzara el programa de extender el gasolinazo del tres al diez de febrero el primero, y así continuarse por el resto del año.
En relación con el problema generado por Donald Trump, que es el que ahora se considera un pago al gobierno mexicano, su principal aliado Luis Videgaray ha declarado que México no ha roto con Estados Unidos y que seguirán el diálogo y la negociación con su nuevo gobierno, pero bajo ciertos límites, como los que plantearon la semana pasada. Dijo que: “Hay momentos en la vida en los que hay que saber decir no, aún entre amigos, socios y aliados”, pero ya sabemos que esas declaraciones no son más que para tratar de mantener el equilibrio existente en estos días, porque además al mismo tiempo, de acuerdo con el diálogo telefónico sostenido entre ambos presidentes, se llegó a la conclusión de que en lo sucesivo se negociará “en lo oscurito”, lo que viene a representar un mayor peligro, porque es seguro que las sorpresas serán negativas para el pueblo mexicano, como ya se ha venido demostrando a lo largo de este sexenio. Sin embargo también está presente la sucesión presidencial, en la que se tendrá la oportunidad de demostrar el rechazo a este gobierno y a su futuro candidato, como los que en la actualidad se encuentran programados para las elecciones gubernamentales, entre la que el próximo será el del estado de México, para el cual se ha postulado al diputado federal Alfredo del Mazo Masa, primo de Enrique Peña Nieto, que tampoco tiene un opositor de peso, y que el propio gobernador lo apoya contra su voluntad.
Carlos Slim, considerado el hombre más rico de México, y que fue aliado de Trump durante su campaña política, aun cuando no lo aceptaba públicamente, también se ha sumado a la corriente que apoya a Peña Nieto, suponiéndolo una víctima del gobierno estadounidense. Por eso, ante el fortalecimiento de este gobierno, se ha procedido también, hasta ahora, a la instalación del Comité Ciudadano del Sistema Anticorrupción, que se había detenido por la insistente opinión de que la corrupción se encuentra dentro del propio gobierno y que la propicia entre las diversas áreas en las que impera la clase política gobernante. Con el paso de los días, se ha estado llegando a la conclusión de que todo ha sido un montaje para favorecer al actual sistema y permitirle continuar su programa en contra de la economía popular, por lo que se preparan nuevos movimientos, más generalizados y radicales, para detener el gasolinazo que se avecina, y para el que los personajes más representativos de la política y la economía no gubernamentales, tendrán que desistir del apoyo que hasta hoy han brindado al peñanietismo.
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