Oaxaca de Juárez, 3 de febrero. Sin el afán de hacer de este un análisis sobre lo barbaján que es Donald Trump, creo oportuna la ocasión para hablar de lo mucho que se esperaba del precandidato y lo poco que verdaderamente ha logrado. Después de haberse rehusado a asistir al debate republicano, Donald Trump logró, con su patán estilo, que la noche fuera de pláticas de café respecto a lo que hace, a lo que publica y lo que se esperaba que pasara con la elección republicana.
La realidad es que el estilo de Trump no es compartido por todas las personas del área republicana, haciendo que quedara en segundo lugar en la primera elección. Lo cierto también es que este individuo logró que se hablara tanto de él dado que capitalizó todo el coraje y el odio que caracterizan a los estratos más ignorantes de cualquier sociedad.
Así pues, con la posible candidatura por el partido demócrata de Donald Trump se espera que el comportamiento de los aspirantes sea más político que un show como lo había llevado hasta el momento Donald Trump. Lo verdaderamente preocupante es que hoy en día, retóricas como la de este multimillonario sigan teniendo eco entre la sociedad internacional que tanto ha padecido los embates de este discurso.
Lamentable es que Donald Trump hubiera llegado hasta donde está siguiendo la antítesis de las asesorías políticas, con actitudes no sólo racistas sino misóginas y agresivas en contra de cualquiera, en realidad. Obvio resulta ver cómo los candidatos que hicieron más escándalo con sus propuestas y no con fotos de una reportera para una revista de caballeros tuvieran más éxitos dentro de una elección que pareciera estar hecha para los republicanos.
Claro está que estamos muy lejos de dejar de escuchar el nombre de Donald Trump dentro de las esferas políticas de Estados Unidos, y que sus desplantes y agresiones se irán haciendo más fuertes a medida que pierda más cancha dentro de la candidatura. Hillary Clinton deberá entonces sacar mucho provecho del discurso que de cierta manera apoya el partido republicano y dejar un tanto de lado el discurso feminista, que como hemos visto, en el caso de Hillary no ha resultado.