Fernanda Cardoso Caballero
Oaxaca de Juárez, 8 de junio. Como una extraña coincidencia resulta ser que el pasado cinco de junio no sólo se celebraron elecciones en México. La mal denominada “fiesta de la democracia” también se vivió en Perú con la segundo ronda de elecciones presidenciales que se diputó entre la centro-derecha de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y Keiko Fujimori que representa a la extrema derecha de dicho país.
Grandes son las similitudes entre las elecciones de México y Perú en materia de encuestas. Si bien, en un momento las encuestas eran una buena referencia para saber quién podría ser el ganador hoy en día vimos que de poco sirvieron las casas encuestadoras que hasta el jueves aún otorgaban el triunfo a Keiko. Si bien, muchos analistas culpan al mal papel que tuvo en el último debate con PPK, la realidad es que el apellido Fujimori sigue pesando en las decisiones políticas en Perú.
No obstante, Keiko resultó ser una dura contrincante ante un candidato muy preparado y con una visión muy liberal de la economía y de la conducción de la misma. Otro de los aciertos que tuvo este candidato fue que tomó en cuenta a los sectores olvidados de la sociedad peruana que tenían años de rezago social. Keiko por su parte después de la primera ronda de elecciones se dedicó a defender su candidatura más que a reafirmar las propuestas con las que había llegado a ser la segunda candidata a la presidencia de Perú.
Lamentablemente para México, en otras regiones y países podemos ver una mayor consolidación de la democracia. Si bien, las reformas político-electorales han pretendido dar una imagen vanguardista a nuestra democracia la realidad es que en nuestro país la compra de votos, las prebendas electorales y la manipulación de los distintos estratos de la sociedad, se ha vuelto un común en todas nuestras jornadas electorales.
Mientras tanto en América Latina, vemos como la alternancia se está convirtiendo en una de las virtudes más importantes dentro de la mayoría de los países que conforman la región al tiempo que nuevas tendencias van configurando el discurso de gobernanza en dicho subcontinente. Así pues, la “fiesta de la democracia” se vive en el día a día cuando a los ciudadanos se nos permite reflexionar y razonar un voto de calidad y libre de cualquier vicio electoral.