Oaxaca de Juárez, 16 de marzo. Aquí todo se celebra, todo de conmemora, y en alguna forma hay manifestaciones públicas de que nadie es ajeno al acontecimiento, por simple e intrascendente que sea. En estos días se ha hablado mucho del cumplimiento de 100 días de haber entrado en funciones el nuevo gobernador del estado y su equipo de gobierno, y aun cuando nada ha pasado porque todo sigue igual, los comentarios y opiniones se han expresado por diferentes medios, sin faltar los impresos, en los que como es natural no han faltado algunas críticas, pero han sido más abundantes los elogios y felicitaciones por medio de desplegados pagados, por el sólo hecho del cumplimiento de esos famosos 100 días, sin faltar los buenos deseos por el futuro éxito y por la seguridad de llevarse a cabo un programa de gobierno que todavía no ha tenido inicio, a pesar de su urgencia en varios aspectos, sobre todo en los de inseguridad, corrupción e impunidad, así como falta de garantías para la tranquilidad y desarrollo de actividades normales del pueblo oaxaqueño.
El propio gobernador realizó un acto oficial conmemorativo en el patio central del Palacio de Gobierno, en el que expresó su satisfacción e hizo nuevos anuncios de trabajos, como si se tratara de un mitin de campaña, como la construcción de varias carreteras y la conclusión de las iniciadas desde hace varios sexenios, pero que siguen pendientes a pesar de los muchos años transcurridos; muy orgulloso y optimista dijo: “Sé que ganamos una elección, pero la credibilidad y la legitimidad de un gobierno no se da con los votos, sino con el quehacer diario del servicio público, con resultados y hechos en equipo”, lo que fue muy importante reconocer al hacer el balance de los primeros 100 días de su gobierno, por lo que es seguro que también sabe que nada ha logrado, que muchas tareas ni siquiera se han iniciado, pero que principalmente la ingobernabilidad sigue vigente, como en las épocas de los nefastos gobernadores Ulises Ruin Ortiz y Gabino Cué Monteagudo, en los que predominó la anarquía por la complacencia con los grupos de vándalos llamados luchadores sociales o sindicalistas, que en forma permanente mantuvieron al pueblo como rehén de sus fechorías.
En el llamado informe de su gobierno presentado el lunes pasado, señaló que pese a los rezagos y carencias que se viven en la entidad, se está avanzando, pero no se hizo alusión a esos avances. Recordó que en el estado se tienen retos muy grandes que superar, pero que sin duda trabajando todos juntos se saldrá adelante, pues su gobierno realiza “tiros de precisión para apuntalar áreas estratégicas”. Dijo que “tenemos que ir a la par y construir la sociedad que queremos; sé que hay muchas cosas por hacer y va a haber críticas, a las que les digo bienvenidas, porque de ellas aprenderemos, no aspiramos a ser buenos sino los mejores, que es por lo que trabajamos todos los días”. Reconoció que los retos son muy grandes, pero que son los que lo animan a continuar trabajando fuerte y sacar al estado de la pobreza y el rezago en el que lo sumió el gobierno anterior. Eso podría interpretarse como incapacidad, falta de experiencia o de deseos de trabajar, pero de lo que se acusa al anterior gobierno y a que equipo es del comprobado saqueo y endeudamiento que dejó, pero todo hace suponer que también en su caso seguirá el dominio de la impunidad y la corrupción.
El principal cambio que se ha esperado de este gobierno es el de la gobernabilidad, la vigencia de las leyes y la justicia y la paz y tranquilidad para el buen desempeño de las labores del pueblo, pero la situación sigue igual que durante los gobiernos anteriores, principalmente por la tolerancia al vandalismo de los dirigentes de la sección 22 de la Coordinadora de los Trabajadores de la Educación, y ahora también de sus discípulos, los normalistas, que como buenos alumnos los están superando en asaltos a camiones, establecimientos comerciales y usuarios de las casetas de cobro de peaje en el Istmo y en San Pablo Huitzo, donde para trasladarse secuestraron camiones urbanos de transporte público. Sus plantones los han realizado casi todos los días en el Zócalo capitalino y en las principales calles del centro histórico, sin que los policías de Tránsito, los municipales y estatales intervengan, sino que al contrario, los apoyan cerrando más calles con sus patrullas y motocicletas para que con toda libertad pueden solicitar “ayuda” a los usuarios de los transportes, a pesar del tiempo que les hacen perder. Sólo un día, el pasado lunes, intervino la policía para convencerlos de que no interrumpieran más la circulación, y en los propios camiones secuestrados los condujeron al Centro Regional de Educación Normal de Oaxaca.
En estos actos vandálicos también han participado porros y fósiles de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, a quienes apoyan los dirigentes de los seis sindicatos que explotan el presupuesto de nuestra máxima casa de estudios, por lo que ya no sólo son las aulas universitarias de las que se apoderan para suspensión de labores, sino que también las calles del centro de la ciudad, lo que ha provocado el franco robo de los taxistas a los usuarios, sin la intervención de las autoridades correspondientes, lo que ya es insoportable para la sociedad. De los 100 días que ha conmemorado el nuevo gobierno del estado, y a los se han referido en diferentes formas todos los medios de comunicación, podemos asegurar que casi no hay uno solo en que los grupos de luchadores sociales no hayan alterado violentamente la vida de los oaxaqueños, por lo que hasta el momento no hay nada que celebrar. La ingobernabilidad sigue vigente en Oaxaca.
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