Oaxaca de Juárez, 12 de enero. Por primera vez después de setenta años “Mein Kampf” (Mi lucha) escrito por Adolf Hitler, salió a la venta con un éxito rotundo. Aunque la intención de sacarlo al público sin censura es evitar que las personas piensen que es un texto malo, la cálida bienvenida con la que se recibe a esta edición aunada a un sistema internacional donde tienen cabida discursos como el de Donald Trump o la islamofobia, hace pensar que el segundo aire de los discursos de odio está a la vuelta de la esquina.
Desde aproximadamente tres años, periódicos como “El país” se dedicaron a hacer reportajes de cómo tendencias de derecha extrema y recalcitrante son cada vez más comunes en países de Europa y América del Norte. Los delitos cometidos en contra de comunidades de musulmanes, gitanos o latinos hicieron pensar que, para las nuevas generaciones el fantasma del racismo y la discriminación seguía presente.
Con discursos como el de Trump es urgente detenernos a pensar qué tan superadas están aquellas ideologías que nos llevaron a cometer los crímenes más terribles de la historia. El Holocausto, Ruanda y Turquía son sólo algunos ejemplos de lo que los discursos de odio hacen a la sociedad.
Más preocupante resulta el hecho de que tengan eco todos estas corrientes anti (algo) como también resulta triste que las comunidades que han sido víctimas de crímenes de odio hagan tan poco por mitigar la influencia que generan los discursos racistas. Al tiempo que poco a poco muchos gobiernos han promovido leyes y normativas que fomentan la segregación como el que las mujeres no puedan usar “Burka” en lugares públicos en Francia.
La realidad es que los discursos de odio tienen lugar en escenarios de desencanto y apatía. Así como también, no es garantía el progreso tecnológico ni la memoria para evitar que sigan teniendo eco personas que buscan, aunque parezca patético, segregar a personas por raza, credo, ideología política o preferencia sexual.
Mientras los gobiernos y las familias no eduquemos en la cultura de la paz y el entendimiento no habrá razón que supere las más bajas pasiones de personas que encuentran en el odio y la discriminación la posible solución a sus problemas y frustraciones. No en balde, uno de los más grandes- Quino, afirmaba que lejos de que el ser humano fuera un animal de costumbres, de costumbre el ser humano es animal.