Oaxaca de Juárez, 27 de enero. La labor de los restauradores es casi tan vieja como la pintura rupestre; sin embargo, no fue considerada como una profesión, sino a partir del Siglo XIX.
Cada 27 de enero se conmemora el Día del restaurador, fecha que recuerda el natalicio de Eugéne Viollet-Le-Duc, uno de los teóricos de la Conservación y Restauración.
Con el tiempo, se han ido creando métodos específicos para este trabajo que permite que las obras de arte y objetos puedan ser disfrutadas durante generaciones, pese al deterioro o daño ambiental que padezcan.
En México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de dedica a preservar la cultura de los mexicanos a través de técnicas que permiten evitar o revertir el daño de documentos, esculturas, pinturas, grabados e inclusive murales o edificios.
Esto habla de un alto grado de habilidad y herramientas que debe tener el restaurador; sin embargo, en ocasiones estas obras pueden ser destruidas debido a la intervención de fanáticos o de errores humanos.
4 obras de arte echadas a perder
Casi una blasfemia
En agosto de 2012, la española Cecilia Giménez se ofreció a restaurar la pintura “Ecce Homo de Borja” pintada por Elías García Martínez en 1930 y la cual era parte de Santuario de Misericordia de Borja, en la provincia de Zaragoza.
Las autoridades del templo permitieron que la aficionada a la pintura, de 81 años de edad en ese entonces, llevara a cabo esta labor, pese a que no contaba con la experiencia necesaria.
La mujer decidió pintar directamente sobre el lienzo. La parte de la túnica no tuvo mayor problema, pero al pasar la brocha sobre el rostro de Cristo, terminó por cambiar los gestos del personaje.
El resultado de este trabajo se convirtió en un fenómeno de internet, el cual permitió que la fundación propietaria del recinto cobrara un euro a todos los que deseaban ver la obra y le causó depresión a la mujer.
Pese a esto, siete años después, la octagenaria estrenó una exposición el pasado 24 de agosto. Giménez presentó 25 cuadros, dentro de los que incluyó “Ecce Homo“, pintura sobre la cual se han establecido diversos debates entre especialistas. Algunos aseguran que la obra obtuvo un nuevo significado.
Carlos IV recibió un nuevo rostro
La Escultura Ecuestre de Carlos IV, también conocida como “El Caballito” fue colocada afuera de la Plaza Tolsá, en el Centro Histórico de la Ciudad de México en 1979.
La obra cumplía más de 200 años cuando una empresa ganó la licitación en 2013 para restaurar la obra creada por el arquitecto Manuel Tolsá por medio de un baño de ácido nítrico que disolvió elementos de ésta como el bronce, estaño y zinc, lo cual le dio una coloración color naranja y verde.
La compañía que realizó esta labor, la cual tuvo detrás un proceso de contratación y supervisión irregular, fue inhabilitada para trabajar para el gobierno durante 10 años.
No fue sino hasta el 2016 que el INAH hizo un estudio técnico para determinar el deterioro que tenía la Escultura Ecuestre de Carlos IV.
En octubre se hizo la restauración en la que participaron cerca de 160 expertos que lograron recuperar el color olivo que tenía la figura cuando fue construida.
Benito “Hulk” Juárez
En 2014, el intento de restaurar una escultura de Benito Juárez, ubicada en el municipio de San Nicolás de los Garza, en Nuevo León, terminó con el rostro y las manos verdes, así como con la banda presidencial pintada.
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