Milenio
Oaxaca de Juárez, 13 de septiembre. Una de las tradiciones más arraigadas en Oaxaca es el festejo de Las Velas. Su origen data desde antes de La Conquista, pero con el tiempo se fue modificando y, hoy en día, en cada una de sus fiestas se celebra a un santo patrono.
La celebración inicia en mayo, mes en el que se hacen la mayor parte de las fiestas; sin embargo, dos de las más importantes (Vela López y Vela Pineda, nombres de las familias con mayor tiempo y tradición en la ciudad de Juchitán) son en septiembre.
Este año Eviel Pérez Magaña, senador por Oaxaca y presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas, fungió como mayordomo de La Vela López.
El festejo dura tres días. La primera fiesta, conocida como La Velada, inicia al atardecer con una caminata por las calles principales del municipio hasta llegar al centro de reunión. Todo el pueblo está invitado y el único requisito es que las mujeres vistan con el traje de tehuana y que los caballeros entreguen una caja de bebida al mayordomo.
Todos disfrutan la fiesta y los platillos tradicionales del lugar, que se sirven constantemente hasta el día siguiente.
El arreglo de las mujeres es todo un ritual. En el peinado y el maquillaje se cuida hasta el más mínimo detalle, como el color del listón y las flores que utilizan para hacer resaltar el vestido; los accesorios usualmente son de oro y de grandes dimensiones, así como el lugar en donde se coloca el tocado: del lado derecho para las señoras casadas y del izquierdo para las señoritas.
“Estas fiestas son la mayor representación cultural del Istmo de Tehuantepec, es un encuentro de los pueblos para festejar al santo patrón y para preservar nuestra cultura, usos y costumbres”, comentó Pérez, quien no perdió oportunidad de bailar al ritmo de los sones istmeños.
La Vela López también sirvió para festejar que en el Presupuesto Federal para el ejercicio de 2015 se aprobaron poco más de 80 millones de pesos para la construcción de la primera parte del Aeropuerto de Juchitán, con el que se espera fomentar el turismo.
En el segundo día, conocido como La Regada, se visten nuevamente con los trajes de gala tradicionales para hacer un recorrido por las calles principales tanto a caballo como en carros alegóricos, que son acompañados por música y regalos, mismos que dejan a su paso oregando.
También se reparten frutas y otros alimentos, así como juguetes y dulces.
Para el tercer día, el de La Lavada, se vuelven a reunir para disfrutar del recalentado, además de que un grupo musical cierra la festividad, este año La Sonora Dinamita fue la encargada hacerlo.
En las veladas oaxaqueñas también intervienen Los muxes, hombres que desde pequeños son educados para que su comportamiento y vestir sea el de una mujer, pues ellos serán quienes se encarguen de cuidar a los padres hasta que mueran.
Ese sector se caracteriza por ser creativo, por lo que su participación es muy importante, incluso tienen su propia Vela Muxe.