Oaxaca de Juárez, Oax. 22 de marzo.-Pocos pueden decir que los ataques del 11 de septiembre o los del metro de Madrid eran predecibles. Contrario a lo que sucede hoy, muchos de los que han seguido el acontecer internacional podrían decir que no esperaban un ataque en Bélgica. Nadie se hubiera imaginado hace cuatro años que Bruselas sería la capital europea de los llamados “combatientes extranjeros”, menos que los mortíferos ataques en París serían gestados precisamente en esa ciudad.
Sin embargo, desglosemos la situación. Bélgica es un país de gran importancia para la Unión Europea por ser sede de varias instituciones de la misma, al tiempo que alberga una de las sedes de la OTAN. Del mismo modo, Bruselas fue sede de las reuniones de la coalición occidental para abatir la amenaza que representaba el Estado Islámico.
Lo que sorprende, es la capacidad que ha tenido este grupo terrorista para que sus ataques siempre tomen desprevenidos a prácticamente todos los servicios de inteligencia, por lo menos de la Unión Europa. Con casi 500 ciudadanos belgas radicalizados era lógico pensar que Bruselas pasaría de ser la capital europea del yihadismo a sede de otro ataque terrorista.
La realidad es que ningún sistema de inteligencia está preparado para abatir un proyecto tan bien planeado. Hay que recordar que hace más de cinco años se había detectado un grupo en Bélgica llamado “Sharia for Belgium” encargado de reclutar, enviar y radicalizar a ciudadanos europeos dentro del casi recién nacido conflicto en Siria.
Del mismo modo que el “amor con amor se paga”, el odio es siempre la constante de estos ataques, hay que recordar que la gran mayoría de los radicalizados europeos son musulmanes que a lo largo de su vida fueron testigos de la segregación que vivían los practicantes del islam en países como Francia o Dinamarca. Así pues, es oportuno reflexionar respecto a la condición de víctimas y victimarios, es decir, en el tenor de quitarle la moneda de negociación a Rusia, muchos países (mismos que hoy se rasgan las vestiduras inculpando a ISIS) han consumido del petróleo y el gas que este grupo terrorista extrae de los territorios ocupados.
No podemos dejar de lado que los atentados terroristas siempre buscan sembrar miedo en la población y que cada vez se han vuelto más necesarias nuevos tácticas de defensa contra un enemigo casi invisible. Lo grave es que a medida que estos ataques se hacen más frecuentes sólo crece el número de sospechosos y el miedo del que todos los ciudadanos del mundo somos presas.