El Consuelo y la memoria
Fernanda Cardoso Caballero
Oaxaca de Juárez, 4 de diciembre. En medio de toda la trifulca internacional muere Fidel Castro, entre intrigas, lágrimas y risas nos despedimos de la última figura representativa de la lucha entre izquierda y derecha en el caribe y en América. Para ser justos Cuba tendrá que despertar de este coma que vivió durante toda la dictadura castrista pues más allá de los mitos que todos conocemos de “un buen sistema de salud” “educación para todos” “investigación” e “igualdad social”, no podemos afirmar que la isla sea un referente en ninguna de las materias antes mencionadas.
Tal vez lo extraño y lo atractivo de la figura de Castro era esa capacidad que tenía de parecer inviolable, inquebrantable y en ocasiones hasta inmortal. Pocos son los que hoy en día conocen sobre otras figuras importantes de la revolución cubana como no sea Ernesto “Che” Guevara, extraño es escuchar a alguien hablar de Camilo Cienfuegos que para muchos en Cuba era el verdadero ideólogo que terminaría con el gobierno de Batista.
Por sorpresivo que parezca los “triunfos de la revolución” no son más que una continuación de los logros que el gobierno de Batista había alcanzado en temas como el educativo y el de investigación. Con poca información y cifras infladas por un gobierno que durante años había promovido la censura, hoy no tenemos bases reales para elogiar al sistema de salud o educativo en la isla.
A título personal, pienso que Cuba junto con su política se quedó rezagado esperando esa realidad que jamás se concretó. Con la disolución de la Unión Soviética y con el triunfo del libre mercado en la economía internacional el régimen de Castro se percibía como una reliquia del antiguo orden mundial. Imposible es defender el castrismo tomando en cuenta los muchos desaparecidos, desplazados y muertos que dejó una dictadura que jamás concretó un bienestar cabal para los cubanos.
En lo particular, dudo que a Castro se le critique por haber sido de izquierda, se le critica por sus tácticas, por su técnica, por sus resultados y por sus consecuencias. No podemos sino recordar a Castro sí como una figura emblemática y como un buen recordatorio del pago que algunas sociedades deben hacer por estos experimentos gubernamentales, por el populismo, por las prebendas y por la promoción social en función del cargo.