La Razón
Oaxaca de Juárez, 18 de noviembre. Walmart empezó a cerrar sus sucursales en Oaxaca y Guerrero por los destrozos que le causan los maestros, que la acusan por la desaparición de 43 jóvenes en Iguala, en lugar de culpar a los responsables: un ex alcalde perredista y el narcotráfico.
En Guerrero, 3.5 millones de personas se están quedando sin víveres e insumos, por las manifestaciones y bloqueos de carreteras de maestros y grupos guerrilleros encapuchados que incautan dinero en el nombre de los padres de los 43 desaparecidos.
La percepción acaba siendo realidad. Y la percepción nacional e internacional que empieza a prevalecer es que México se va paralizando cada minuto, atrapado por dos tenazas:
Una.— La de los grupos subversivos, cuyos destrozos y alteraciones al orden público son aprovechados por Morena, en su apuesta política de ganar votos con la desestabilización, y la imagen de un gobierno que no actúa cuando se afectan los derechos de otros.
Dos.— La de una política indolente, que se conduce a través de la ambición y el egoísmo, distanciada de la clase media, porque privilegia el trato a las más pobres (con múltiples programas) y a las más favorecidas (con facilidades y apoyos).
En este desalentador panorama es difícil de concebir cómo, desde el 26 de septiembre a la fecha, el Mexican Moment, el optimista MeMo, se convirtió en apenas un sonido deformado hasta hacerse irreconocible: eso que en la acústica denominan reverberación, que no es lo mismo que el eco.
Las expectativas del país, aquí y afuera, perdieron casi todo el aliento en menos de dos meses. Empieza a ser ilusoria la idea de México para mostrarse al mundo como el Tigre Azteca, líder global o la potencia del siglo XXI, por encima de China o India.
Muy poco levanta el ánimo que el empleo haya registrado un crecimiento de 4.2 por ciento anual, que equivale a la creación de 699 mil 791 puestos de trabajo en los últimos 12 meses, según el reporte al mes de octubre que dio el IMSS.
O que el FMI avalase el manejo macroeconómico de México y reconociera las reformas, al calificarlas como el más importante esfuerzo transformador, que puede revolucionar los sectores de hidrocarburos y beneficiar la productividad y el crecimiento del país.
Muy poco levanta el ánimo porque están ganando los vándalos, al impedir que el gobierno aplique la ley, mientras diversifican la violencia a nivel nacional. Y porque, al parecer de la clase media, la política que predomina es la de la ambición y el egoísmo.
Y, ojo: la clase media es la primera que se enoja.
Y también la que más se equivoca en las elecciones: fue la que llevó a Hitler al poder… por ejemplo.
ruben.cortes@razon.com.mx
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