Oaxaca de Juárez, 23 de marzo. Muchos catalogan la reelección de Netanyahu para Primer Ministro de Israel como un evento sorpresivo: sin embargo, pienso que su segundo mandato es producto del cabildeo de la comunidad judía en Estados Unidos, de la crisis en Medio Oriente, en particular con el caso de Siria y con la reciente visita de este personaje al Congreso de Estados Unidos.
Benjamín Netanyahu es la representación del proyecto sionista de Israel y paradójicamente, el resultado de las elecciones no condenó la incursión de tropas israelitas en Gaza. Lamentablemente y sin dejar de reconocer las honrosas excepciones, Israel sigue siendo una Nación que ha encontrado en su propia defensa la apología perfecta para intervenir y violar preceptos básicos de Derecho Internacional. El discurso de Netanyahu en el Congreso de Estados Unidos pidiendo que dejaran de amenazar a su nación, es una regresión a los tiempos en los que Israel seguía buscando la aceptación de sus vecinos.
Sin embargo, dicho discurso le ha valido para ganar miles de kilómetros más que los que se consideraban en la resolución 181 de las Naciones Unidas. Sin mencionar la capacidad que le ha dado a Israel de intervenir en Líbano, Egipto y Cisjordania para utilizar el agua de los altos del Golán. Netanyahu es pues, la personificación más pura de lo que el movimiento sionista representa y busca.
Por su parte, el cabildeo judío dentro del Congreso de Estados Unidos hace lo propio evitando que se proclame el reconocimiento pleno de un Estado Palestino. Al tiempo que metió mucho dinero para la campaña del aún Primen Ministro, que siempre enarboló un discurso en contra de los “enemigos” de Israel.
Claro está que las acciones de Estado Islámico que se han recrudecido, han fomentado que el discurso de Benjamín Netanyahu sea más beligerante, aunque hay que reconocer que Israel ya lo es con partidos políticos como Al Fatah o como Hezbollah y con grupos terroristas como el EI. Así pues, no podemos esperar mucho respecto al reconocimiento de Palestina o a la reconciliación entre judíos y musulmanes mientras individuos como Netanyahu se mantengan en el poder sólo porque mantienen un discurso hostil respecto a otros grupos. Tal pareciera que al ser humano, en general, eso le da más seguridad que apelar a la negociación y al pleno respeto de los tratados firmados a conciencia por los Estados.

