Oaxaca de Juárez, 2 de noviembre. Una oleada de violencia ha sacudido a Israel en las últimas semanas. Con varios ataques en contra de soldados israelitas y a la población civil palestina, la comunidad internacional se pregunta hasta cuándo terminará la violencia en medio oriente.
Muchas son las voces en Israel que se pronuncian por un cambio en cuanto a su política exterior se refiere. Con el paso del tiempo y la llegada de la globalización la sociedad civil en Israel se pronuncia a favor de un acuerdo con su vecino país Palestina. La realidad es que vivir con incertidumbre no es grato para nadie, más aún cuando casi la mitad de la población en Israel es musulmana.
Sin embargo, la situación actual no ha favorecido a ninguno de los dos bandos. No obstante, la nueva oleada de violencia ha abonado por polarizar más la ya tensa situación. Estamos claros que todos los países tienen el derecho a la legítima defensa, así como también la obligación de garantizar seguridad a su población. Sin embargo, Israel y Palestina deben estar claros que su seguridad es tema de agenda internacional y nos incumbe a todos los miembros de la comunidad internacional.
Viejas heridas se abren con los discursos de odio del Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, pues es claro que exculpar a uno de los personajes más sangrientos de la historia como lo es Hitler para poder imputar a un lídermusulmán del holocausto, tiene como objetivo apuntalar el odio hacia los musulmanes.
Aparte del resentimiento que la historia ha dejado en ambos pueblos es importante tomar en cuenta que hoy en día contamos con instituciones internacionales que privilegian al derecho internacional para la solución de controversias. Israel debe estar consciente de los fines y de los medios y respetar no sólo a la población palestina sino a los medios internacionales que cubren las notas de la oleada de violencia.
Videos en las redes sociales respecto al odio sionista en contra de los palestinos, poco han contribuido para mitigar el clima de tensión que se vive en ciudades como Jerusalén, lugar donde palestinos e israelitas conviven diariamente. Por lo anterior, sería bueno que nos detuviéramos a pensar si son justificadas las oleadas de violencia en un territorio donde invariablemente viven ambos pueblos, más aún en un territorio donde ambos pueblos se necesitan para subsistir. Tal vez, preguntándole a la sociedad civil encontremos diferentes respuestas y logremos construir un clima de armonía en dicho lugar. 

