Rebeca Romero
Healdsburg, California, Estados Unidos, 23 de diciembre. Con tan sólo 44 años, Pedro Díaz Ibañez ha logrado consolidar uno de los grupos empresariales más importantes en el norte de California.
Originario de Santa Gertrudis, Zimatlán de Álvarez, Oaxaca, la “Tierra de raíces”, el joven restaurantero comparte sus historias con ADNsureste.info en Healdsburg, una ciudad fundada en 1867, ubicada en el condado de Sonoma.
Hijo de Don Pedro y Doña Cecilia, segundo de siete hermanos (Octavio, Gonzalo, Omar, Francisco, Erika y Ángeles) de trato amable, vestido con unos jeans y una “hoddie”, (sudadera con capucha) con el logo de “El Farolito”, uno de sus 3 restaurantes, nos platicó sus experiencias en “el norte” donde ha conquistado el estómago de los norteamericanos.
A pesar de que en Santa Gertrudis, no le faltaba nada, decidió trasladarse como indocumentado a San Diego, en los Estados Unidos, donde trabajó vendiendo flores en las esquinas. Hubo un maestro de secundaria de nombre Abelí que hizo que tomara el camino de venir aquí “porque me ofendió y nunca se me olvidó”.
Habían transcurrido apenas unos meses que había llegado al norte, con solo 18 años, cuando la vida dio un giro de 180 grados.
“Conocí a Don, un americano que era un chef, a quien considero mi mentor, porque él ya era dueño de un restaurante y me convertí en su mano derecha. Me le pequé como garrapata y aprendí el negocio de la comida. Dos años más tarde compré mi primera casa”.
La admiración por su padre, quien fue un reconocido oaxaqueño, se convirtió en el motor para encontrar su vocación desde pequeño y así poder dedicar su vida a seguir sus pasos.
Desde joven, ha sido un hombre interesado en proponer una forma innovadora de enfrentar los retos, eso lo ha llevado a incursionar en varios proyectos.
Admirador de Porfirio Díaz y de Benito Juárez, nos dice que solo estudió hasta el segundo de secundaria y que la necesidad hizo que aprendiera el idioma inglés para poder comunicarse con sus clientes y hacer sus negocios.
Durante la plática, Pedro busca en su celular fotos para mostrarnos las calendas que ha organizado en Healdsburg, y habla con cariño de sus padres. Recuerda la procesión que hicieron los oaxaqueños en este lugar para despedirlo cuando murió. “El era un tipazo, lleno de vida y ánimo. Le encantaba el Amor Chiquito … acabado de nacer tu eres mi encanto eres todo mi querer ven a mis brazos te amare con ilusión porque te quiero y te doy mi corazón yo solo vivo por ti”.
Ahora, tiene otro proyecto en mente para “premiar” a su madre y a las mujeres de su pueblo porque es necesario apoyar a sus paisanos, y es momento que se empoderen allá.
Filántropo desde pequeño, Pedro está convencido de que México, en especial Oaxaca, necesita un cambio de raíz porque hacen falta muchas cosas. “No es posible que en el pueblo no haya nada, y que la gente no pueda acceder a lo más elemental, como salud, un trabajo donde le paguen justo, escuelas”.
Con vehemencia nos explica un proyecto que podría materializarse el próximo año en Oaxaca y en donde tiene centrada toda la energía.
Padre de Pedro, Celina, Andrea y Ricardo, de 17, 16, 14 y 11 años, respectivamente, habla de ellos con cariño y admiración y cuenta que les dedica tiempo de calidad.
No espera que sigan sus pasos, porque respeta su autonomía, pero se siente satisfecho porque junto con su esposa han fomentado la unidad familiar, y son parte de un clan de 24 nietos, hijos de sus hermanos.
¿Te sientes triunfador? -Sí, claro, pero es que siempre tengo metas que cumplo. Aunque hubo una vez que me tomé un año de descanso, un sabático, y fue cuando conocí a mi esposa con quien llevo una gran relación-
¿Ha sido difícil? -No, todo depende de como se porte uno en la vida, si uno es trabajador y respeta a los demás, no hay problemas. Aquí, te va bien si actúas de buena fe y le pones ganas. El sueño americano no es difícil de alcanzar siempre y cuando uno luche.
!Claro he tenido fracasos, pero contrario a las personas a mí, me encanta contarlos, porque de ello aprendo!, nos dice muerto de risa y narra la historia de la apertura de otro negocio que no resultó.
Como todos los años, Pedro aprovecha la navidad para compartir con los que menos tienen y junto con sus hijos y esposa preparan comidas y las reparten como una acción de solidaridad hacia otras personas.
Es dueño de los restaurantes, El Farolito, El Gallo Negro, y El Agave, una oferta de platillos oaxaqueños y mezcal. Acaba de vender tu “Mole Madre” y ahora prepara una sorpresa para Oaxaca.
Cuando llegó a Estados Unidos, como muchos mexicanos, ahorraba su dinero dentro de una cajita de zapatos, pero le explicaron que en este país es muy importante el récord en los bancos para obtener créditos de toda índole.
Los hermanos Díaz aún tienen muchas recetas oaxaqueñas para compartir y grandes historias que contar.