Oaxaca de Juárez, 15 de junio. DE ANÁLISIS POLÍTICO. Oaxaca fue invadido por la Naval, el Ejército y la Policía Federal ¿Cómo vota un estado militarizado?… ¿Realmente fue para resguardar el voto? o ¿fue para inhibir el voto de castigo que le aguardaba al régimen de Peña Nieto?
En 1824 la junta suprema de Chiapas convocó a un plebiscito para decidir el camino que tomaría el pueblo chiapaneco; en éste se decidiría si Chiapas se debería federar a México, a Guatemala o si debería convertirse en una nación independiente. La propuesta fue aceptada por los gobiernos guatemalteco y mexicano.
Y finalmente el 12 de septiembre se firmó el acta de adhesión de Chiapas a la federación mexicana, el 14 del mismo mes, en el salón de sesiones de la Soberana Junta se realizó la solemne declaración con la asistencia del cabildo secular y eclesiástico, empleados públicos, comunidades religiosas, clero secular y vecindario decente.
La incorporación a México se hizo efectiva, con respecto a los partidos de Ciudad Real y Tuxtla el 14 de septiembre de 1824. Mientras que el Soconusco quedó en una situación indefinida hasta 1842, año en que México se lo anexó a pesar de las protestas de Guatemala. La disputa limítrofe se prolongó hasta 1882, cuando se definió la actual frontera mediante un tratado llamado Herrera-Mariscal.
Así reza la historia oficial mexicana, lo que se oculta, es que antes del plebiscito se “acarrearon” miles de votantes y se destacamentó al Ejército mexicano, para garantizar la elección. Indudablemente que en primer lugar, los lugareños se vieron rebasados por los acarreados mexicanos, y en segundo lugar, no se podían poner pesados porque ahí estaba el Ejército mexicano para ponerlos al orden. ¡Así le robamos Chiapas a Guatemala! Ese es el resultado de militarizar una elección disque para garantizar el voto.
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) diseñó un boicot electoral para Michoacán, Guerrero, Chiapas y Oaxaca, pero en este último estado se radicalizaron las acciones. La radicalización consistió principalmente en el ataque a las sedes distritales y en la toma de la planta de Pemex donde se encuentran los depósitos de combustible que abastecen a la ciudad de Oaxaca y los valles centrales.
La escasez de combustible y la violencia con que se condujeron los maestros de la Sección 22, en sí, el boicot electoral, fue el pretexto para que se militarizara el estado de Oaxaca con 20 mil efectivos del Ejército, Policía Federal y la Marina. Y es aquí donde comienzan las contradicciones, en cuanto la fuerzas federales arribaron a Oaxaca, el dirigente de la Sección 22 del CNTE Francisco Villalobos declaró: “Decidimos no enfrentar a las fuerzas federales porque la lucha del magisterio es política e ideológica, pero jamás violenta”…
Hubo muchas escaramuzas: en la refinería de Salina Cruz, en las sedes distritales de las principales ciudades del estado de Oaxaca, pero realmente no llegó a mayores, aunque eso sí, el 7 de junio, día de la jornada electoral, se respiraba intranquilidad en la ciudadanía oaxaqueña.
De 11 distritos electorales, el PRI triunfó en siete y el PRD en cuatro. ¿Es esto una casualidad? No, es consecuencia lógica de la militarización y del ambiente de violencia que se vivía el 7 de junio en el estado de Oaxaca. Porque ante el temor de una agresión, el ciudadano común y silvestre se abstiene de ir a cumplir con su deber ciudadano. Y los beneficiados son los partidos políticos con mayor voto duro y mayor capacidad de “acarreo de votantes”, en este caso el PRI y el PRD. De esta forma se inhibe el voto de castigo que era evidente contra el régimen del presidente Peña Nieto y por ende contra el PRI. El colateral beneficio que obtiene el PRD es un pago a su docilidad desde la firma del Pacto por México. Porque para hablar claro y liso, el PRD es la izquierda colaboracionista, y en pocas palabras, la comparsa del PRI. El PAN no pudo aprovechar la coyuntura porque a pesar de ser un partido grande y colaboracionista del PRI, no tiene estructura para movilizar acarreados, entonces solamente les quedó contemplar como el PRI y el PRD acarreaban gente a las urnas.
El 7 de junio día de la jornada electoral, la ciudad de Oaxaca era sobrevolada por helicópteros del Ejército y de la Policía Federal, así mismo era patrullada por el Ejército, Policía Federal, Policía Estatal y Policía Municipal. Extrañamente, un grupo de encapuchados que se transportaban en un camión urbano secuestrado, en motocicletas y en autos particulares, pudieron con toda impunidad, destrozar la casilla instalada frente al Parque Conzatti; destrozar la casilla instalada en Fonapas; destrozar la casilla instalada en el Hospital del IMSS. Reunir las urnas obtenidas en dichas casillas en el crucero de Avenida Niños Héroes y Calzada Porfirio Díaz y quemarlas. Inaudito, tuvieron tiempo de quemar, en éste crucero, las urnas obtenidas en las casillas, sin que se apareciera una sola patrulla. Estos mismos encapuchados descendieron por avenida Juárez, y al llegar a la calle de Abasolo, atacaron la casilla instalada en la secundaria de la Univas… el acto intimidatorio en estas casillas llevó un tiempo de 40 minutos, tiempo en el cual, no se apareció por ahí ningún elemento de las fuerzas del orden, ¿no resulta extraño?
Indudablemente que la intimidación fue orquestada entre la Sección 22 y el gobierno federal… tal vez no vendió el movimiento toda la Sección 22 dado que existen varios grupos de diferentes tendencias e intereses, pero de que la violencia exhibida en el supuesto boicot electoral; la militarización del estado; y la actuación de unos y otros, fue una estrategia para inhibir el voto de castigo al PRI en el estado de Oaxaca, ¡eso es como que el agua moja!
“Malditos aquéllos que con sus palabras defienden al Pueblo y con sus hechos lo traicionan”
¡Suerte! y hasta el próximo De Análisis Político.
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