“Ni con Bailléres armaron tanto escándalo…”
Francisco Garfias
Oaxaca de Juárez, 25 de Noviembre. La entrega de la medalla Belisario Domínguez al Héroe de la Gasolinería es la preeminencia de la virtud cívica sobre la mezquindad disfrazada de defensa de los normalistas de Ayotzinapa.
Al fallecido Gonzalo Rivas Cámara, hombre ordinario, le regatearon el mérito de haber evitado una tragedia ese 12 de diciembre de 2011, en Chilpancingo, cuando sin pensar en los riesgos que asumía, buscó un extinguidor para controlar el fuego.
Pero un flamazo lo alcanzó. Le produjo quemaduras en 80 por ciento de su cuerpo. Veinte días después murió.
Desde que se supo que Gonzalo era candidato a ganar la presea, se escucharon elucubraciones hechas desde la comodidad de los escritorios. Ponían en duda el valor del sacrificio que hizo por los demás.
Seguro estoy de que la mayoría de los autores de esos cuestionamientos habrían corrido ante el inminente peligro, y no hubiesen parado hasta llegar a Acapulco.
Tampoco faltaron las preguntas de si había riesgos de una tragedia mayor en una gasolinería en llamas que se quemaba en medio de automovilistas que ese día circulaban en el tramo de la Autopista del Sol, caseta de Chilpancingo, normalistas y policías que se enfrentaban.
En la refriega murieron dos muchachos que habían acudido a bloquear la carretera porque no les gustaba el director elegido por los maestros. Los ejecutó la policía del entonces gobierno perredista del estado.
Los cuestionamientos emanaron, paradójicamente, de la izquierda. Una mayoría de perredistas se abstuvo. Dos petistas y un amarillo fueron en contra
Ni cuando se la entregaron al empresario Alberto Baillères, el año pasado, hicieron tanto escándalo.
- Rivas era un hombre común, sin trayectoria eminente, de vida familiar y trabajo honrado que, como dijo su hermano Iván: “un día, sin pensarlo, lo da todo por los demás”.
Las elucubraciones no pasaron desapercibidas para la senadora del PAN, Sonia Mendoza, una de las oradoras en el emotivo acto celebrado en la vieja casona de Xicoténcatl.
“No podemos evitar que desde el confort de la pura reflexión abstracta, quien lo desee pueda construir todo un castillo de escenario, pero lo incontrovertible es que Gonzalo no hizo esos elaborados ejercicios de prospectiva.
“Quizá no pudo hacerlos porque la urgencia de la situación sólo le ofreció dos posibilidades: actuar como lo hubiera hecho cualquiera o hacerlo como sólo lo haría un héroe”.
- La entrega de la medalla se hizo sin grandes contratiempos. Fue un acto distinto. Más humano, más emotivo, “más pueblo”, nos dijo el correctísimo senador queretano Enrique Burgos.
La madre de Gonzalo, Clitia Cámara Murillo, no paró de derramar lágrimas, mientras escuchaba lo que decía su hijo Iván, orador estelar, de su fallecido hermano.
Era evidente el temor de que alguien aprovechara el momento para increpar al presidente Peña, presente en el recinto. El Estado Mayor era omnipresente en la sede de un poder diferente.
Hubo una interpelación pactada que llamó poderosamente la atención. La senadora del PT, Layda Sansores, se le atravesó al mandatario, cuando se disponía a subir al estrado.
Enfundada en un huipil con las fotos de los 43 desaparecidos, le entregó una propuesta en la que pide que la Belisario Domínguez se entregue el año que entra a un indígena.
Y entró en materia: “Este premio se está usando como arma política. Lo merecen por igual los dos jóvenes de Ayotzinapa que murieron ese día
“Se usa para justificar el uso excesivo de la fuerza. Nadie está contento con las investigaciones de Ayotzinapa…
Vinieron a echarle sal a la herida de Ayotzinapa.
“Muchas cosas le he dicho, pero hoy le pido que, por amor a sus hijos nos diga dónde están los 43. Usted lo sabe“, dijo Layda.
Sansores entretuvo al Presidente casi tres minutos. No lo dejaba subir al estrado. Pacientes esperaban senadores, invitados especiales y periodistas.
En tribuna el ministro de la SCJN, Eduardo Medina Mora, los presidentes de ambas cámaras, Pablo Escudero y Javier Bolaños, la madre de Gonzalo. En primera fila Miguel Osorio, Miguel Mancera, Manuel Velasco, Felipe Solís Acero,Enrique Ochoa y otros.
- En donde hubo alboroto fue en San Lázaro. El exabrupto del titular de la Sedesol,Luis Enrique Miranda, durante su comparecencia en comisiones, levantó protestas y peticiones de renuncia por parte de legisladores de todos los partidos.
Miranda le dijo a la diputada de Morena, Araceli Damián, que necesitaría de un siquiatra para entenderla, luego de que ésta cuestionara sus conocimientos en materia de pobreza alimentaria.
En la Sedesol reconocen que el secretario cometió un error. “Fue subsanado.Miranda fue, la buscó, habló con ella por teléfono. Le escribió una carta adicional…”.
Ni así se calmó el asunto, que pasó a convertirse en un agravio de género.
La bancada de Morena envió una carta a la Mesa Directiva en la que solicita se le haga un extrañamiento al titular de Sedesol.
“El funcionario olvidó su investidura y el alcance de la obligación constitucional que lo trajo a la comparecencia, al referirse de manera grosera a la diputadaAraceli Damián”, dijo la coordinadora de esa bancada, Rocío Nahle.
El PAN de plano pidió la renuncia.
- La SCJN se sumó al llamado de la ONU. Su edificio sede se iluminó con luces color naranja para conmemorar precisamente el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
ARSENAL, Diario Digital
