Martes, 15 de Febrero de 2011 08:55 Víctor Raúl Martínez VásquezVíctor Raúl Martínez Vásquez
Oaxaca de Juárez, 15 de febrero.- Como sabemos, en Oaxaca, en relación con las elecciones municipales, existe el llamado régimen de partidos políticos y que el PRI denominó, hace ya más de cincuenta años, “usos y costumbres”.
En mi opinión los “usos y costumbres” en materia electoral, se refieren a los sistemas políticos indígenas que los antropólogos sociales han descrito en muchas de sus monografías.
¿Cuáles han sido en la época contemporánea las características generales de estos sistemas políticos locales indígenas?.
En primer lugar, la existencia de un sistema de cargos de carácter escalafonario. Se empezaba de topil hasta llegar a presidente municipal luego de ocupar una decena o veintena de cargos diversos, algunos incluso ligados a la estructura religiosa de la comunidad indígena, como los mayordomos del templo.
Otra característica de los sistemas indígenas es lo que hemos identificado como una ciudadanía republicana.
A diferencia de la ciudadanía de tipo liberal que pone el acento en los derechos individuales, la ciudadanía republicana lo pone en las obligaciones para y con la comunidad. Esta ciudadanía se expresa entre otros planos: en el cumplimiento de los cargos; la prestación de tequios o servicios comunitarios; la aportación de cooperaciones pecuniarias o de bienes materiales para las obras y acciones comunes.
La tercera característica es la asamblea como el espacio para la deliberación colectiva y la toma de acuerdos. Entre ellos justamente la elección de la autoridad municipal o su ratificación.
En la comunidad indígena los valores colectivos han privado sobre los intereses personales. Al menos en el modelo teórico. Estamos hablando de una especie de “gemeinschaft” en el sentido que lo plantea Max Weber, es decir, de comunidad.
La comunidad es el centro de la acción colectiva, en ella el espíritu de comunidad da fuerza a la cohesión social.
El modelo de los usos y costumbres en los sistemas políticos locales está fundado en la comunidad.
¿ Pero que pasa cuando los dirigentes de partidos políticos tienen candidatos en los municipios indígenas?, ¿cuando diputados de distintos partidos tienen candidatos?, ¿cuando funcionarios públicos tienen candidatos? , ¿cuando empresarios constructores tienen candidatos y financian campañas en municipios de “usos y costumbres”?.
Un ligero repaso de los municipios de usos y costumbres que tienen conflictos nos revela inmediatamente una lista de actores políticos y económicos que están interviniendo en ellos y que por el momento no voy a mencionar.
Hay dirigentes partidarios, diputados y diputadas, funcionarios, empresarios, entre otros.
Las razones de la intervención de estos actores políticos (todos externos a las comunidades indígenas aunque con ramificaciones internas), pueden ser múltiples: clientelares, económicas, familiares, personales, etc.
Las comunidades indígenas hoy día están sometidas a múltiples presiones externas que están produciendo efectos diversos. Cambios en las articulaciones con el Estado en su conjunto también. Reformas legales, participaciones pecuniarias, migración, expansión de sectas religiosas, disputas por el voto entre los partidos, crecimiento económico, ambición sobre recursos hídricos, mineros, forestales, etc.
Estas presiones y cambios están rompiendo el espíritu de comunidad y con ello la cohesión social.
En el contexto de la lucha municipal actual, las instituciones electorales, que debían ser neutrales, también han jugado a favor de distintos intereses contribuyendo a dejar un terreno minado y explotando. El Instituto Estatal Electoral ha sido señalado con insistencia de parcialidad.
Incluso la legislación tiene algunos absurdos. ¿Cómo es posible que una sola persona o un pequeño grupo pueda lograr la anulación de la elección de una asamblea?. Es entendible por ello la rebelión popular contra las decisiones del Tribunal Electoral.
En este proceso electoral, se han observado alrededor de cincuenta conflictos electorales en municipios llamados de usos y costumbres, muchos de ellos, bastante perversos.
En muchos de estos municipios, por otra parte, el principio de la comunidad indígena se ha roto, ya no responden al modelo teórico de los “usos y costumbres”, la costumbre ha quedado resquebrajada, tampoco son, formalmente, de partidos políticos, ahora simplemente son, como en alguna ocasión lo mencioné con ironía, “municipios partidos”.
El tema electoral en municipios de usos y costumbres debe llevarnos a abrir una discusión que permita encauzar la discordia y el conflicto, coincidimos en ello con Víctor Leonel Juan en su artículo en NOTICIAS de este jueves.
La “gemeinschaft” tal vez deba dar paso a la gesellschaft. La comunidad debe dar paso a la sociedad con arreglo a nuevas reglas, las normas consuetudinarias ya no están alcanzando para procesar sus controversias. No al menos en estos municipios partidos.
Para ello desde luego habrá que escuchar la voz del Oaxaca recóndito, la de los pueblos indígenas de nuestro estado y las de otros actores involucrados.
Los legisladores deberán pensar en ellos, antes que en sus propios intereses y los de sus partidos.