Oaxaca de Juárez, 6 de septiembre. Con la noticia de la devaluación del peso frente al dólar, la fuga del “Chapo Guzmán” de un penal de máxima seguridad y la cada vez más desprestigiada certeza jurídica que aqueja a todos los mexicanos, todavía buscamos traer a 10 mil refugiados sirios a nuestro territorio. Sin dejar de lado las tantas y tantas flaquezas de nuestro sistema, somos muchas las voces que nos pronunciamos a favor de la llegada de refugiados a nuestro país.
México no sólo se ha caracterizado por tener la figura del refugio y del asilo como uno de los mayores actos de buena voluntad por parte del Estado, sino también debemos estar conscientes que nuestro país se encuentra ubicado ente las quince economías más grandes a nivel global. El hacer oídos sordos a la realidad internacional es negarnos los problemas que algún día México también podría tener.
Es evidente que el éxodo de personas, en su mayoría sirias, tuvo más reflectores a raíz de una imagen terrible de un niño ahogado en su intento por llegar a Europa, lamentablemente para toda la humanidad desplazados ha habido en todas las épocas y países como Palestina, Yemen, Libia y Siria han resentido los estragos de la falta de interés global por mejorar su situación.
No nos extrañe escuchar que muchas de las críticas en contra de los que buscamos recibir refugiados vengan con citas como “eso lo hace el PAN para ganar votos”. La realidad es que venga la propuesta de quien venga es hora de tomarla un tanto más en serio y tomar en cuenta no sólo la necesidad de las personas sino la humanidad de la que tanto hacemos alarde los mexicanos.
Es verdad, el país tiene muchos problemas, pero México no puede quedarse al margen de crisis humanitarias tan duras, tomando en cuenta que ningún país en la arena internacional está en plenas condiciones para recibir refugiados. La civilidad, la humanidad, la comprensión y la ayuda son virtudes que nunca deben faltar en ningún Estado, menos cuando gozamos de condiciones medianamente óptimas para promover que otras personas tengan un mejor futuro.
Países como Uruguay nos han dado un claro ejemplo de que la disponibilidad es todo lo que se necesita para brindarle a personas en situaciones precarias un mejor porvenir. De esa manera promoveremos una dinámica internacional de ayuda y cooperación en la que no sólo la multiculturalidad saldrá enriquecida sino el agradecimiento por las nuevas oportunidades que brinda la vida en otro país. Así mismo, es importante ponernos a reflexionar que nunca sabemos cuándo necesitaremos de amigos o vecinos que quieran darnos una mano en caso de crisis, esperando que nunca ninguno de los que en este momento leen mi columna necesite desplazarse a un país desconocido, con otro idioma y otras costumbres a buscar una mejor calidad de vida

