Fernanda Cardoso
Oaxaca de Juárez, 20 de abril.-En las últimas semanas la situación social y política de Brasil ha empeorado. Luego de que la iniciativa del famoso “impeachment” pasara al senado prácticamente la destitución de Dilma Rousseff es inminente. Claramente los escándalos de corrupción dentro del gobierno del país han pasado factura a una de las líderes más aguerridas de la izquierda en América Latina.
El famoso proyecto de nación que enarbolaba un crecimiento exponencial de Brasil hasta posicionarlo como una de las principales economías en América Latina acabó gracias también a la dudosa gestión de Luiz Inácio Lula Da Silva. Para ser justos, es oportuno mencionar que la bomba sólo le explota a Dilma en uno de los momentos más tensos de su gestión. Sin embargo no podemos apartarnos de que la falta de administración en su gobierno así como el despilfarro de sus políticas llevaron a un descontento social generalizado en el país que poco a poco fue deteriorando la imagen y la aceptación de la mandataria.
Así pues, todo el teatro armado con Dilma es sólo un reflejo de lo frágil que fue la economía brasileña desde antes de su gestión. Obviamente una empresa tan fructífera como “Petrobras” no podía estar exento de corruptelas. Sin embargo, la especulación generada gracias a la utilización de dinero de la banca pública para maquillar las cifras del país perjudicó la credibilidad de una de las economías más florecientes de la región.
Por su parte, desde una perspectiva de género muchos analistas afirman que en las acusación a la, hasta ahora mandataria, existe un traspatio lleno de machismo y juegos de poder. No obstante, en Brasil hay miles de políticos que han cometido más actos de corrupción que Dilma pero no son ellos los que están bajo escrutinio público por ser jefes de Estado. Al mismo tiempo, es justo decir que la corrupción no tiene género y que afecta a la mayoría de los ciudadanos brasileños toda vez que este país padece una crisis de igualdad social.
Hasta ahora sólo falta ver cuáles serán los argumentos que la defensa de Rousseff presente ante el senado y mientras tanto el gobierno lo ostentará el vicepresidente Temer quien estará en plenitud de funciones en caso de que Dilma quede destituida y se organicen elecciones en el 2018.

