Oaxaca de Juárez, 11 de mayo. Mucho hemos escuchado hablar de los procesos políticos que viven presidentes como Dilma Rousseff en Brasil. Sin embargo, pocos son los analistas que se han aventurado a explicar el origen de la corrupción en toda América Latina. Curioso resulta el hecho de que en casi todos los países de la región los índices de corrupción superan a casi todas las demás regiones del mundo. Perverso resulta el hecho de que en algunos países hayamos hecho de la corrupción un sistema propio de organización política.
Muchas personas atribuyen el hecho de que América Latina sea una de las regiones más corruptas al pasado que representan las colonias y vicios como la esclavitud, la encomienda y el tributo. Sin embargo, no podemos apartarnos de la realidad de que muchos de los países de la región han experimentado más corrupción particularmente en ciertos periodos de gobierno. Muchos han sido los intentos por mitigar la agresión social que representa este delito en América Latina, sin embargo, muchos países, como es el caso de Brasil no logran concebir un sistema que diste del cohecho.
Así pues, la voces que se alzan en pro de destitución de Dilma como presidente muy probablemente son las mismas que estén sujetas a un juicio por desviación de fondos, con la única diferencia que “ellos” no estaban sujetos al escrutinio público como Dilma o Lula Da Silva. Y así podemos recorrer miles de casos en América Latina donde la tragedia pública sirvió para abrir camino político a individuos como Evo Morales en Bolivia con la rebelión de Cochabamba.
Por lo anterior, no cabe más que preguntarnos cómo es que gobiernos tan corruptos se sostienen en el poder, la realidad es que los sistemas anticorrupción en la región están hechos precisamente para dejar en el poder a las mismas élites que gobernaron desde tiempos de la colonia, falsa es la idea de que los movimientos de independencia hubiera suprimido los intereses de los criollos para dar paso a un sistema más democrático e incluyente.
De ahí que no se puedan entender las dinámicas políticas de la región sin primero haber dado un vistazo a las decenas de años en la que se ha vivido bajo sistemas que perpetúen a las clases dominantes en su poder promoviendo así una mala administración de los recursos públicos, aludiendo a un falso discurso de “pobreza”. Mientras en América Latina no se conozca una sociedad civil mucho más organizada y participativa jamás se tendrá una democracia consolidada dado que carece de los principios básicos de rendición de cuentas.