La delgada cortina de humo
Fernanda Cardoso Caballero
Oaxaca de Juárez, 31 de octubre. Mientras algunos partidarios de la impunidad se rasgan las vestiduras diciendo que la situación en Venezuela no es tan mala, también es cierto que nadie puede negar que los gobernados por Maduro no viven en un paraíso. Al parecer, en las últimas semanas se ha agravado la situación luego de que el gobierno de Maduro paralizara el referendo revocatorio.
Lo anterior, no sólo pone en entredicho la calidad de la democracia en dicho país sino que alerta a todos los demás países respecto a que en Venezuela cada vez es más sínica la dictadura encabezada por Nicolás Maduro. Aunque algunos pseudo izquierdistas afirmen que los referendos son peligrosos (cada que no les conviene el resultado) no se puede negar la precaria situación que día a día viven los ciudadanos que no pueden comprar más de tres rollos de papel de baño a la semana o que no pueden salir a las calles porque no hay luz.
Triste es que otras potencias- que “abogan” por la autodeterminación de los pueblos- metan sus manos para defender un régimen que, si tuvo su esplendor, hoy sólo son cenizas que forman una dictadura que sostiene uno de los gobiernos más reaccionarios en América Latina.
Paradójico resulta que el ejército no entré en una especie de golpe de Estado, aunque es sencillo explicar la razón toda vez que entendamos que el oficialismo en Venezuela es utilizado como una herramienta de promoción social ante un régimen desgastado pero fortalecido por la censura y la represión. La realidad es que en Venezuela las cosas están lejos de terminarse, más cuando no se espera que se haga por la vía pacífica.
No obstante, es preciso recordar que –como en Siria- la situación no se resolverá mientras la mano de facciones populistas de España utilizan a Venezuela como un campo de prueba donde intentan, ante todo, defender un chavismo agonizante. Así pues, el gobierno de Maduro sigue respirando gracias a la maquinaria que dejó el chavismo dorado de Venezuela, aunque hoy en día, el desabasto, el descontento y la expectativa internacional tratan de derrocar un gobierno de verdad opresor.