Gerardo Felipe Castellanos Bolaños
Oaxaca de Juárez, 27 de mayo. El 23 de mayo, Día del Estudiante, de 1958, se inauguró el edificio de la Preparatoria, de la UBJO. en el Boulevard Eduardo Vasconcelos s/n, frente al parque de béisbol.
Un año después, el viernes 22 de mayo de 1959, la sociedad de alumnos de la prepa, organizó la conmemoración del Día del Estudiante y el primer aniversario de la inauguración del edificio; asistió como invitado el gobernador del estado, Lic. Alfonso Pérez Gasga; el Secretario General del Despacho, Ing. Norberto Aguirre Palancares; el rector de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca, doctor Federico Ortiz Armengol y el director de la Preparatoria Dr. Jorge Pérez Guerrero.
A las 10 de la mañana inició el programa en el que participó don Alejandro Pombo con una declamación y el alumno de la escuela de Derecho Nicolás Castellanos Alvarado con un discurso. La Banda de Música del Estado tuvo dos intervenciones y al final tocó la marcha El Estudiante; después se rifó una bicicleta y otros objetos.
El estudiante del 6º. año, Alberto Ramírez Galván pronunció el primero de los dos discursos; comparto con ustedes algunos fragmentos:
“…no hay un día tan adecuado para hablar de la ciencia, de la cultura, de la misión de la Universidad y de la superación del destino del hombre, que hoy que estamos en vísperas de la celebración del Día del Estudiante, que hoy estamos a un año de distancia de la inauguración del nuevo edificio
… templo de la ciencia, un semillero donde se forjan actualmente los hombres que en el futuro dirigirán la feliz transformación política, económica y social del Estado en particular y de la Patria en general
… es nuestra casa, es el lugar que al correr del tiempo nos traerá los mejores recuerdos, es aquí donde estamos dejando y dejaremos: Penas, alegrías, tristezas, desengaños, triunfos y fracasos pasajeros que son y serán los golpes de la vida que forjarán nuestro carácter para entrar de lleno en la dura lucha por la existencia.
… nos está, sobre todo, encargada la tarea de dirigir los pasos, de encaminar por los senderos de la razón y la justicia a las grandes mayorías de los que vienen abajo; ese es nuestro deber, mostrarles con el ejemplo y con el trabajo firme y creador, el camino debido, para que así, todos unidos; grandes y chicos, hombres y mujeres, maestros y alumnos hagamos de esta escuela u modelo para las demás universidades de México; y así en una estrecha comunión, podamos cantar todos un himno a la Patria, a la ciencia y a la libertad. Salud” Oaxaca Gráfico, 25 de mayo 1959, p. 3.
Hasta el infinito y más allá
En 1954, el maestro de la clase de Matemáticas, tercer curso, Geometría y Trigonometría, era como casi todos los maestros de ese tiempo, exigente y puntual, pero se extralimitaba al calificar; por ejemplo, cuando pedía que pasara uno al pizarrón para trazar una recta, debía tomar la regla correctamente, es decir, con el índice, anular y pulgar de la mano izquierda extendidos, apretándola para que quedara fija, de lo contrario te aplicaba una calificación reprobatoria o sea un cinco. En el caso del compás, debía sostenerse la pata de apoyo con la mano izquierda, y la otra descansando sobre el antebrazo para que pudiera trazarse la circunferencia completa; lo mismo sucedía con la escuadra.
En una ocasión, le pidió a un compañero que pasara al pizarrón a trazar una recta, el discípulo marcó una recta como de cinco centímetros; le dice el maestro ¡Más grande! y le agregó otros diez centímetros. ¡Más grande! insiste el maestro, y vuelve a aumentarle otros quince centímetros. El maestro desesperado, bastante molesto, le dice ¡Hasta el infinito! El alumno atiende la indicación, prolonga la línea hasta salirse del pizarrón y sigue, y sigue sobre la pared, dando la vuelta hasta llegar a la puerta y se sale hacía el patio. Ya no volvió.
Transcurridos algunos días el maestro estaba en el pizarrón explicando los casos de igualdad de triángulos, cuando regresa el estudiante, se asoma en la puerta y pregunta Maestro buenas tardes, ¿me permite entrar? Se voltea el profesor y lo ve. Por el aspecto era evidente que venía de una trasnochada porque venía sucio, despeinado y sin libros. Vuelve a insistir ¿Maestro, me permite entrar?, el maestro le pregunta ¿Pues usted de dónde viene? ¡mire su apariencia! Y mostrando un pedacito de gis, muy orgulloso le contesta, ¡Del infinito maestro!
Otra versión de esta misma anécdota cuenta el final diciendo que, regresa al salón de clases y entra rayando la pared con el gis y ya en el pizarrón, le pregunta al maestro ¿Está bien, así de grande? o más grande maestro.


