Oaxaca de Juárez, 8 de enero. El hambre no reconoce miedo a esta pandemia con su estela de dolor y muerte; hambre de los pobres, pobres que deben salir a buscar el pan de cada día y los pobres de espíritu que con su ambición propician que el mal se propague.
Hambre que además nos obliga a vivir aterrorizados por las manifestaciones, las marchas, los bloqueos, asaltos y robos; hambre que nos enseña que para sobrevivir debemos disciplinarnos acatando las medidas sanitarias que los ignorantes no respetan. Hambre que no debe asustar a los oaxaqueños que hemos vivido, en la práctica, una economía de guerra.
La estrategia es ser congruente con nuestras palabras, con los valores que vamos aprendiendo y que debemos poner en práctica para que sean útiles a la humanidad, a la familia y a nosotros mismos.
Para alcanzar el éxito, en el renacimiento de cada día se requiere de la esencia, de lo mejor de cada uno de nosotros; reinventémonos a cada instante; seamos mejores; seamos un ejemplo.
Como seres humanos seamos extraordinarios; nuestra vida es una suma de valores. Debemos creer en nosotros mismos.
Cuando alguien les encargue un asunto; cuando se les ocurra una idea o tengan algún pendiente; cuando se comprometan o prometan algo, resuélvanlo con diligencia; jamás expliquen cómo fue que no lo hicieron; debemos tener la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan, decidir, por fin, tomar el mundo con nuestras propias manos.
Refiriéndose a esto, Dn. Jesús Álvarez Padilla, uno de mis maestros, me decía: “Provoca tú el resultado”; acepto hacer esto porque quiero hacerlo, porque siento que es mi responsabilidad; porque de acuerdo con mis valores decido que debo hacerlo, aquí y ahora, cuando se espera que lo haga; cuando es útil para los demás y para mí hacerlo; es lo que esperan de mí y es lo que acepto hacer.
Sin duda, este inicio de año debe ser el mejor de nuestra vida, el que recordaremos siempre como el año de la sobrevivencia y nos alegramos de que así sea; hemos visto la luz de este nuevo día, estamos vivos; pueden leernos; aprovechen, disfruten intensamente a sus seres queridos, cada minuto de estos días y de todos los días de su vida; que la confianza en que seguiremos vivos no les falte y que anide para siempre en su corazón.
El principal enemigo del hombre es él mismo, el hombre para el hombre es un lobo, a pesar de esto seamos leales con nosotros, con nuestra familia, con nuestro trabajo.
No dejen que sus competidores acaparen a los clientes. Conviértanse en su mejor opción. Hoy, el mercado presenta un escenario más complejo que en décadas pasadas. Cada día abren sus puertas nuevos comerciantes que buscan ofrecer productos novedosos y poco explorados.
Mientras que, en segmentos tradicionales, la competencia es feroz y todos quieren llevarse la mayor parte del pastel. Necesitan mucha creatividad. Hay que generar planes estratégicos con visión de futuro.
La vida siempre es la esperanza de un futuro mejor, un rayo de luz que debe iluminar como un sol, una oportunidad para ser mejores en lo que hacen.
Son los detalles pequeños los que llenan nuestras vidas y para trascender es necesario que sucedan hechos extraordinarios, que estemos allí en ese momento, que coincida nuestra preparación académica y madurez como personas para aprovechar la circunstancia inesperada que cambie nuestras vidas para siempre y nos permita ir realmente más allá del tiempo y el espacio.
Para construir una nación debemos dar individualmente lo mejor de nosotros mismos a la persona que tenemos enfrente, en el momento en que la tenemos enfrente, porque tal vez nunca la volvamos a ver.
Deben definir de manera clara, breve y sencilla qué es lo que quieren de la vida y ha partir de este momento sabrán que camino deben seguir.
La vida es la suma de muchas oportunidades y el éxito o el fracaso depende del uso que le demos a cada una; es esencial que las percibamos, pero principalmente que las aprovechemos; que hagamos algo con nuestra vida, que cambiemos permanentemente para mejorarla.
Le decía Séneca a Lucilio: “Yo te conjuro a tomar el único camino que puede conducirte a la felicidad; no vaciles en rechazar, en despreciar, todos los bienes que brillan con luz prestada; no busques otra dicha que la verdadera y goza de ella como de cosa propia.” y agregaba: “No debes de tener alegrías frívolas. Cuando se conoce lo que debe alegrarnos verdaderamente, cuando no hacemos de otro el árbitro de nuestra dicha”