Oaxaca de Juárez, 30 de mayo. El recuerdo es un camino conocido que algunas veces volvemos a andar y regresar a la infancia en el barrio de El Marquesado, es volver a nutrir nuestras raíces, las de los oaxaqueños de mi generación, con vivencias que sólo nos emocionaron una vez, pero fueron suficientes para marcar nuestras vidas para siempre.
Tal vez los caminos lleven, por diferentes rumbos a la Ciudad, y en diferentes momentos, pero finalmente, son nuestros caminos, los que volvemos a andar.
La antigua estación Oaxaca del Ferrocarril, se encuentra ubicada en la Calzada Madero No. 511; fue inaugurada por el Presidente de la República, Gral. Porfirio Díaz Mori, el 13 de noviembre de 1892.
Tiene una traza lineal y estaba conformada por el edificio principal donde albergaba las oficinas del jefe de estación, la taquilla, la sala de espera, la oficina del Express, la oficina del telégrafo, el comedor con servicios sanitarios y la cocina. La sala de espera se comunicaba directamente a los andenes, a través de los cuales se abordaban los trenes y se llegaba a la bodega de carga. Cruzando el peine de vías se encontraban los talleres, el edificio de calderas, y el tanque de agua que servia principalmente para las antiguas locomotoras de vapor.
El edificio principal fue construido originalmente a base de muros de cantera sin recubrimiento y techumbre con estructura de madera y cubierta de lámina de zinc, contaba con un torreón ubicado en el lado norte del edificio, el cual desapareció debido a un sismo que azotó la ciudad, lo que obligó a la sustitución de la cubierta por una bóveda catalana de ladrillo soportada por rieles de vía angosta.
La bodega de carga de 80 metros de largo por 10 metros de ancho, fue construida a base de muros de cantera sin recubrimiento y techumbre de estructura de acero (fabricada en Inglaterra) y cubierta de lámina de zinc. Los talleres fueron construidos a base de estructura metálica y cubierta de lámina de zinc y los andenes a base de estructura metálica y cubierta de lámina.
Los vagos de la estación
Para la mayoría de los oaxaqueños, viajar en tren era la única forma de salir o entrar a la ciudad de Oaxaca; se podía viajar en Pullman, en primera numerada, en primera y en segunda. He tenido la fortuna de escuchar los relatos de algunos de los viajeros como la Dra. María Luisa Acevedo Conde y Sra. Gloria Larumbe Reimers y de uno de los vecinos del barrio que apartaba lugares en segunda.
La estación tenía restaurante, hospital y cancha de tenis de arcilla para los ferrocarrileros, jardines y sus vagos que por tratarse de la estación eran llamados, vagones de la estación; haciendo honor a su actividad permanente se la pasaban sentados en el pretil de la barda; no tenían ni oficio ni beneficio como decía mi abuelita, y vivían en la calle que sube de la estación a División de Oriente; que realmente es un pié de cerro, no tenía luz eléctrica ni pavimento y se usaba como cancha de fútbol, con el lado de arriba y el de abajo. Los vagones “Conocidos por sus apodos como: El Guachinango, El Cicerón, El Cachuchas, El Tecolote, El Bolillo, El Tripa, El Ringo, El Vaselinas, los broncudos hermanos Valdez, El Pollo, El Zorrillo, todos ellos formaban parte de la banda de la estación”.
Uno de los vagos me contó: “Cuándo tenía entre 9 y 10 años vivía en las Faldas del Fortín a la altura de la estación. Éste era mi rumbo, mi campo de juego, mi ambiente, el lugar dónde me reunía con mis amigos. Era normal ver, oír y sentir el tren. Viendo a mis amigos aprendí a trepar al tren nocturno en movimiento cuando lo formaban para salir a México. Corría por el andén hasta encontrarlo y trepaba a un vagón de segunda para apartar dos asientos (para cuatro personas) que ofrecía a viajeros de edad, señoras con niños y demás pasajeros a cambio de unas monedas. Por cada asiento pagaban 50 centavos y en algunos casos hasta un peso. Después de terminar de apartar lugares corría a la entrada de la Estación a ofrecer mi ayuda a los pasajeros que llegaban tarde para subir su equipaje; bolsas, cajas, bultos y maletas. De esta manera podía comprar pan y café para disfrutarlo esa noche con la familia. El cambio que quedaba lo guardaba para gastarlo al otro día a la hora del recreo”.
FÁBRICA DE CERVEZA
A fines del siglo XIX y principios del XX, en el pueblo había una fábrica de cerveza, estaba en lo que ahora es la casa 1112 de Calzada Madero. La cerveza se llamaba La T y la fabricaba el español Antonio Ricalde; la cargaban en carretas, burros y mulas. Todavía funcionaba un poco después de 1928.


