Oaxaca de Juárez, 14 de noviembre. El domingo 13 de noviembre de 1893, el General Porfirio Díaz, Presidente de la República Mexicana, hizo la declaratoria oficial de inauguración del Ferrocarril Mexicano del Sur desde el Palacio de Gobierno en un banquete de agradecimiento que le ofrecieron las autoridades civiles y militares.
14 de noviembre las fiestas presidenciales se dieron por terminadas, saliendo el presidente y algunos miembros de su comitiva de regreso a México.
La cumbre:
La llegada del ferrocarril a Oaxaca tuvo el siguiente impacto del que nos vimos beneficiados los oaxaqueños:
Un número extraordinario de gente que viajaba
La ciudad se conectaba con el resto del país y con poblaciones oaxaqueñas próximas a las dieciséis estaciones
Los trabajadores del ferrocarril llegaron a quedarse para siempre con sus familias y se establecieron cerca de la estación, en la villa de Santa María Oaxaca, tambien conocida como El Marquesado
Acortar el tiempo y las distancias
Llegarían a la ciudad un porcentaje de la población rural y sus productos, a través de los ramales de Ejutla de Crespo, Ocotlán, y Tlacolula; venían para “abastecerse de las novedades que entraban continuamente, y muchos más negociar las mercancías que producían o distribuían y pretendían incorporar al mercado oaxaqueño”; vendrían habitantes de otros estados y extranjeros en busca de minas de oro, plata, esmeraldas, café; otros buscaban cultura y diversión” Lira 97
Era capaz de transportar maquinaria pesada, múltiples cabezas de ganado y toneladas de productos agrícolas.
Trajo a turistas que venían a conocer la arquitectura virreinal, los vestigios arqueológicos de Mitla, Monte Albán, Yagul, Dainzú, Zaachila, Huijazoo, el Árbol de El Tule y nuestras playas de arena blanca, finísima y la ya proverbial hospitalidad de los oaxaqueños.
Para la población rural propició la construcción de mesones cercanos a la plaza del mercado, a la Soledad y a la Merced y hoteles para catrines, algunos con cuartos con baño.
Dió servicio a los fieles que llegaban y viajaban a cumplir mandas ala virgen de La Soledad, de Guadalupe y en Etla al Señor de la Peñas.
Transportar piezas para la industria; para la modernización de los trapiches, plantas de luz, motores estacionarios; maquinaria para la extracción de minerales.
Bombas, turbinas, máquinas de vapor.
“Pero la modernización a través de la industria llegó al ámbito cotidiano oaxaqueño : máquinas de coser Singer y Standard que se vendían en la sucursal de esa compañía a cargo del señor Hugo Petterson, máquinas de escribir L:C: Smith & Corona, Chicago y Conover, gramófonos, bicicletas, cajas fuertes, camas de latón, estufas, planchas, tinas y waters pudieron conseguirse más fácilmente y a precios más accesibles. Se sumaron a estos productos: cajas de música, relojes de pedestal y de pared, pianos y otros instrumentos musicales, mobiliarios diverso, lámparas y candiles, baúles metálicos, vajillas, géneros, ropa y accesorios de vestir.” Lira 97
El abismo:
Cuando se inauguró el ferrocarril era el único medio de transporte público, pero los tiempos fueron cambiando; se empezaron a construir carreteras para comunicar al país; entre otras la carretera Panamericana que conectaba a toda América Latina para abastecer de materia prima y productos agrícolas a Estados Unidos que se preparaba para la segunda guerra mundial, esto trajo como consecuencia nuevos transportes de pasajeros y de carga más rápidos que el ferrocarril. Los oaxaqueños siempre llenaron el ferrocarril de pasajeros y de carga, sin embargo el pago que hacían los que abordaban en las estaciones rurales no ingresaba a la caja y ante la falta de ingresos se volvió incosteable.
Ya en el ocaso del ferrocarril, hubo un intento del gobierno federal por modernizar el sistema ferroviario nacional. El 17 de diciembre, un día antes de la fiesta de la virgen de La Soledad se inauguró El Oaxaqueño, tren turístico, con carros dormitorio, carro comedor, fumador bar, aire acondicionado y una esmerada atención del personal. Duró funcionando cinco años tres meses y dejó de operar en febrero de 1992.
Ernesto Zedillo sepultó al ferrocarril en México al anunciar su privatización en 1995. Cerró operaciones entre 1997 y 1998.
En 2014 vino a Oaxaca, ocupando las vías del tren, una camioneta convertible que se trasformaba y podía circular en las vías del tren o en la carretera o en caminos de terracería, la idea era comunicar por este medio a las poblaciones por las que dejó de pasar el tren; olvidadas y convertidas en pueblos fantasmas, hizo su demostración ante las autoridades en la estación, en la que estuve presente; en lo personal me pareció una excelente idea pero ahí quedó.
En otro momento propuse que se usara la vía de San Jacinto al Empalme para un tranvía de pasajeros y carga, tirado por mulas; aunque era un proyecto práctico y factible, ni siquiera hubo respuesta, menos ahora que ya se “perdieron” gran cantidad de los rieles de acero fabricados en Inglaterra.
castilan.gerardo.castellanos@gmail.com