Oaxaca de Juárez, 12 de junio. Hay miles de historias como la tuya, tu vida, tu historia no siempre fue lo mejor, te tocó un destino adverso, tus primeros años de vida no fueron los más fáciles; fue difícil, lo sé, te veíamos sufrir, al menos eso imaginábamos, amarrado todo el tiempo, entre la lluvia, en el sol, tanto tiempo luchamos por ti, que cuando se dieron las cosas, no dudé un segundo en tenerte conmigo.
Y así llegaste a mi vida, a ser parte de un hogar en el que todos te querían, en el que por fin fuiste amado, llegaste a alegrar vidas, a formar parte de ella. Eras amigo, hermano, hijo. Y pronto tomaste tu rol dentro de la familia, en tu rol de proteger a tu familia, siempre alerta, siempre pendiente de los tuyos.
Este día, fue uno de esos, que uno no quiere que llegue, que pase, no sé si era tu destino, no sé si era tu tiempo, tu momento de partir, de ya no estar conmigo, que la flama de tu velita se haya extinguido. Es difícil aceptar que no podré volver a verte, de esos momentos de recibimiento que siempre me dabas, en los cuales no importaba la hora siempre buscabas el abrazo, la caricia y tras de ello siempre te ibas tan contento.
A pesar de ser tan enorme, eras un pan con los tuyos, hoy ya no estarás conmigo, con nosotros y eso duele, sin embargo, disfruté todo este tiempo contigo, a partir de hoy eres un grato recuerdo, siempre estarás en nuestra memoria, tu no mueres del todo, quizá tu cuerpo no esté presente entre nosotros, pero cerrando los ojos te veo conmigo, a mi lado.
No es tiempo de buscar culpables, eso no te devolverá la vida, hoy la mala fortuna, por decirlo de alguna manera, hizo que partieras, que ya no estés conmigo, con tu familia y eso duele, solo espero que todo este tiempo juntos también lo hayas disfrutado, quiero creer que así fue, porque así lo demostrabas, ya no eras aquel por el que un día entré a rescatar de sus ataduras con enormes cadenas con los que te habían vuelto rudo y feroz.
Quiero pensar que solo te adelantaste en ese camino en donde todos iremos algún día, hoy te dejo partir no sin antes agradecerte todo el cariño que me diste, esos momentos felices, en el que mostraste siempre lealtad a los tuyos, ese enorme cariño hacia tu familia.
Mi querido San Bernardo, THOR, dios del Trueno, te pusimos así porque desde un principio demostraste ser siempre un protector de tu familia; noble y leal como siempre, esperaste a que yo llegara, no te quisiste ir sin despedirte…
Gracias a mi directora Rebeca Romero, por su apoyo y por haberme dado la oportunidad de tenerlo y disfrutarlo todo este tiempo.
Hoy mi querido amigo, te dejo ir, te dejo partir, porque sé que en algún momento nos volveremos a encontrar en ese largo camino, en el que estoy seguro me estarás esperando para que juntos podamos cruzar el río, como lo dice la leyenda del Mictlán, “al morir una persona su alma tiene que atravesar, ciertas pruebas para llegar a su destino, y una de ellas consiste en cruzar un río, lo cual solo lo lograrás con la ayuda de un perro, que en vida estuvo a tu lado, y él solo te ayudará si en vida lo trataste bien o fuiste bueno con él”.
Hasta siempre, Thor espérame allá para que juntos crucemos el río.
Dario Nolasco