Oaxaca de Juárez, 12 de abril. Mientras que los detractores de Alberto Fujimori se siguen preguntando cómo es que su hija hubiera ganado la primera ronda en las pasadas elecciones de Perú, Keiko Fujimori se corona como la favorita para gobernar aquel país. Con aproximadamente un 37% de ventaja Keiko no logró ganar por mayoría absoluta y habrá de enfrentarse a sus contrincantes en una segunda ronda.
No obstante el triunfo de esta mujer dista mucho de la satanización que hemos escuchado durante años del régimen de su padre, Alberto Fujimori. El triunfo de Keiko, representa el retorno de la derecha a Perú que se suma a la cada vez más larga lista de países que buscan experimentar con la derecha. Si bien, el régimen de su padre dejó mucho que desear en materia de derechos humanos y transparencia, cierto también es que, Fujimori padre, terminó con el terrorismo ejercido principalmente por el grupo “sendero luminoso” y mitigara los estragos de la crisis que el país sufrió durante la década de los 80.
Si bien, Keiko afirma que no gobernará de la misma manera que su padre, cierto es que su candidatura ha levantado muchas pasiones en el país, que le guste o no a la candidata se le acepta o se le rechaza por el espectro de su padre. Aunque, la contrincante ha afirmado que no cometerá los mismos errores que su padre, hace falta reflexionar respecto a qué errores se refiere si tomamos en cuenta que, para Alberto Fujimori el abuso de las instituciones para perpetuar su mandato y los casos de corrupción en el país, no fueron precisamente errores.
Por otra parte, es importante mencionar que la candidatura de Keiko Fujimori cae en lo peculiar no sólo por tratarse de la hija del hombre más amado y odiado de Perú, sino que se impone como favorita ante una sociedad altamente conservadora y devota de los valores tradicionales que privilegian la imagen del hombre. Del mismo modo, muchas facciones en Perú esperan que la hija de Alberto Fujimori reproduzca ciertas tácticas de gobierno empleadas durante el mandato de su padre y así posicionar a Perú en el escenario internacional.
Así pues, podemos afirmar que posibilidades reales de que próximamente tendremos a una mujer de derecha al frente de otro país latinoamericano existen y con ello se retoma la idea de que para las nuevas generaciones cada vez importan menos los tabús y roles tradicionales que se impusieron en el pensamiento político de la región durante toda una época