Domingo, 12 de Agosto de 2012 18:59 Eduardo Rodríguez MonteroEduardo Rodríguez Montero
Oaxaca de Juárez, 12 de agosto. El desarrollo económico es uno de los principales objetivos de nuestros gobiernos. Mejorar el nivel ingreso, el bienestar y la capacidad económica de los pueblos es una de las tareas cruciales que nos enfrentamos hoy. Todos los años se reciben apoyos económicos para las personas que presentan mayor desigualdad. La pregunta es. ¿ Por qué fallan las políticas públicas y las acciones de gobierno en alcanzar este objetivo? .
La renta está distribuida de manera desigual en nuestro país y sobre todo en nuestro Estado. La desigualdad entre los niveles de más altos ingresos en nuestra entidad y lo más bajo es de 18 a 1. El Estado todavía presenta situaciones adversas en lo referente a porcentaje de analfabetos es de 16.3%, el 30.5% de viviendas no cuenta con agua entubada, en Oaxaca; en 2010, fallecen 17.9 niños menores de un año por cada mil nacimientos, Oaxaca representa uno de los estados con los menores niveles en la esperanza de vida de su población (74.6 años), junto con Guerrero, Veracruz y Chiapas.
La mejora de la posición social y económica de las mujeres puede que contribuya a reducir significativamente la mortalidad infantil y (en términos generales) a mejorar la salud y la nutrición de los niños y, sin embargo, ni el nivel de renta ni si distribución uniforme entre los hogares garantiza la mejora de la posición de las mujeres. Asimismo, un gobierno que fomente los programas de educación científica y sanitaria puede tener unos magníficos índices sanitarios, incluso aunque su renta sea baja o este mal distribuida.
Cuando hablamos de una sociedad desarrollada, pensamos en una sociedad en la que la población está bien alimentada y bien vestida, tiene acceso a una variedad de productos, puede permitirse el lujo de disfrutar de algún ocio y entretenimiento y vive en un entorno saludable. Pensamos en una sociedad en la que no existe la discriminación violenta, en la que hay un nivel tolerable de igualdad y en la que los enfermos reciben la debida asistencia médica y la gente no tiene que dormir en la calle. En suma, la mayoría de nosotros aceptaríamos que una condición mínima que debe cumplir un Estado, “para ser desarrollado”, es que la calidad de vida sea alta y lo sea de una manera uniforme, no que sólo beneficie a una minoría opulenta.
Básicamente, la idea de lo que es una buena sociedad va más allá. Podríamos hacer hincapié en las libertades y los derechos políticos, en el desarrollo intelectual y cultural, en la estabilidad de la familia, en una baja tasa de delincuencia, etc. Sin embargo, la existencia de un nivel de bienestar alto y accesible a todos probablemente sea una condición necesaria para casi todos los demás tipos de progreso, al margen de que sea un objetivo que merezca la pena de si mismo. Los economistas y los poderes públicos hacen pues bien en concentrar sus esfuerzos en este tipo de aspecto.