Oaxaca de Juárez, 22 de agosto. En las últimas semanas una prenda en particular acaparó la atención de casi todos los espectadores de las Olimpiadas de Río 2016. El llamado “Burkni” una prenda de playa utilizada, por lo general, por mujeres musulmanes fue el blanco de críticas de todo tipo. Inevitable resulta, recordar que dicha prenda junto con otras como la Burka o el Niqab han sido prohibidas en países como Francia, Bélgica y Holanda.
Las personas que defienden las decisiones de algunos gobiernos europeos por prohibir el uso de la Burka o Niqab en lugares públicos, apelan al argumento de que en un país liberal no se puede permitir el uso de símbolos que fomenten la segregación y el radicalismo. A todas luces, el anterior es un argumento que hace agua por todos los costados. No obstante da pie a un debate bastante interesante en cuanto al derecho de las mujeres por cubrirse si es que así lo desean.
En primer lugar, es importante saber con qué fin las mujeres, no sólo en Islam, sino en todas las religiones, se cubren. De acuerdo a los que están a favor de estas medidas, el velo es un símbolo utilizado por los grupos fundamentalistas para someter a las mujeres, dejando así la puerta abierta para que se piense que las mujeres carecen de toda capacidad para decidir si usar o no el velo.
En segundo lugar, el velo en el Islam es una tradición que surge con fines de protección más que de segregación o sumisión. Se dice que Mohammed, con la intención de que terminaran las violaciones cometidas por los distintos comerciantes que llegaban a la Meca ordena que las mujeres se cubran para que no existiera pretexto de que ellas provocaban el atraco (muy similar a los que ocurre hoy en día). Por lo anterior, no es difícil escuchar a mujeres musulmanas que, de hecho, les guste el uso del velo y que lo ven como una prenda más.
De ahí que, lo más adecuado para explicar el porqué de la prohibición del Velo o el Burkini en occidente, resulte de los tabúes que tienen las sociedades de este lado del globo. La realidad es que en tanto no se pertenezca a un sistema fundamentalista de gobernanza, los gobiernos liberales deben de promover el uso de cualquier prenda de vestir siempre y cuando respete la integridad de las personas y su deseo a ser utilizado.
Por lo anterior, es más que obvio que las medidas de prohibición de dichas prendas responden a prejuicios no sólo en materia religiosa sino de género que buscan imponer ciertas normas a las mujeres, dejando su decisión de lado, en pro de “respetar sus derechos”. Está por demás mencionar que debería ser derecho de toda mujer utilizar las prendas con que las que se sientan más cómodas. Así pues, los gobiernos de Francia, Holanda o Bélgica sólo caen en los mismos extremos que países como Afganistán donde el uso de la Burka es obligatorio y es duramente penado no acatar dicha norma.
Lo anterior es una clara muestra del porqué nuestras políticas de seguridad internacional no funcionan, pues queremos contrarrestar las amenazas cometiendo los mismos errores y cayendo en absurdos que no sólo atentan contra los derechos de género, contra la integridad y seguridad internacionales y contra el respeto a cualquier tipo de uso o costumbre que no atente con la dignidad humana, sino que fomentan la segregación y la discriminación a todo tipo de sistema de creencias contrario a los políticamente aceptados en occidente