San Bartolo Soyaltepec, Oaxaca, 5 de septiembre. Oro, plata, joyas son los tesoros que todos conocemos y entendemos. ¿Pero, cómo puede ser que los libros también son tesoros? Según la organización, Apoyo del Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, A. C. (ADABI), hay dos los libros el “Graduale Dominicale” y el “Graduale Sanctorale”, que fueron hallados en San Bartolo Soyaltepec, y que son un verdadero tesoro. ¿Cómo fue el camino de descubrimiento de estos dos libros?, ¿Por qué están catalogados como tesoros? y ¿Por qué forman parte de la imprenta colonial?
El proceso de descubrimiento de estos tesoros comenzó en el año de 1980 cuando un grupo de ciudadanos nativos de San Bartolo Soyaltepec, pero residentes de la Ciudad de México, comenzaron a unir recursos para la restauración de su templo, especialmente la nave que estaba en condiciones precarias. Lo primero, fue juntar los recursos. De acuerdo al señor Francisco Velasco Ramírez, ex alcalde de San Bartolo (2011-2013) y actual fiscal, la Comisión Pro-Reconstrucción juntaron más de $52 mil pesos para comenzar el trabajo y también solicitaron apoyo de Conaculta, y del Ayuntamiento de San Bartolo Soyaltepec, entre otros. En 2009, el Fondo Mundial para Los Monumentos (World Monuments Fund) se unió a la lucha para preservar y restaurar el templo, y de inicio lo colocaron entre uno de los cien monumentos en peligro a nivel mundial. Al llamado, respondieron varias instituciones y organizaciones privadas, incluyendo la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO).
¿Por qué fue tan importante para los ciudadanos residentes y migrantes de San Bartolo restaurar su templo y por qué llamó la atención de una organización a nivel mundial? Durante la época colonial, en San Bartolo Soylatepec se vivieron tiempos de prosperidad y la comunidad dedicó grandes cantidades de sus recursos a la vida religiosa. El templo, -cuya construcción se terminó en el año 1723-, tiene un estilo barroco, con líneas curvas y con una decoración exuberante en la que se integran la pintura, la escultura y los estucados. Adentro del templo están los retablos, que cubren no solo la pared atrás del altar mayor, pero también los muros laterales.
La música tuvo un papel importante durante el periodo de prosperidad y esplendor como se puede ver en el templo con su coro con dos balcones de madera tallada y los restos de sus instrumentos musicales incluyendo una caja de un órgano. Pero, lo más sorprendete fue el hallazgo de dos libros de música del siglo XVI. Todas estas evidencias son un susurro de un pasado lleno de riqueza visual, espiritual y musical que fueron las misas cantadas en el estilo Gregoriano usando los dos bellos libros, el Graduale Dominicale y el Graduale Sanctorale.
Después de más de dos siglos, el domingo 23 de agosto de 2015, el susurro cambió a la música en plena voz alta. Nueve cantantes del grupo, Schola Cantorum Antequerensis, llenaron el templo de San Bartolo Soyaltepec una vez más con los cantos Gregorianos tomado de los dos libros tesoros, incluyendo ejemplos de los Introitos, Kyrie, Psalmus, Alleluya y Himnus. Fue un momento único de escuchar la música del siglo XVI dentro del templo restaurado, y teniendo como testigos los retablos salomónicos cubierto de oro.
El concierto del canto gregoriano fue parte de las festividades de la devolución de los Graduales a la población de San Bartolo Soyaltepec, parte del camino del descubrimiento, restauración, presentación, exposición y el retorno. Un paso en el largo camino fue la visita de dos miembros del equipo de ADABI, Perla Jiménez y Gibrán Morales a San Bartolo en 2011.
Su visita fue parte del proyecto Inventario de archivos de la Mixteca de Oaxaca. Ellos iniciaron la organización del archivo municipal de Soyaltepec. Miembros del Cabildo (2011-2013) participaron y apoyaron el trabajo. El Fiscal Martimiano Miguel Santiago jugó un papel clave en el hallazgo de los Graduales. Fue él quien recordó la existencia de todos los libros y documentos en las cajas de cofradías que había en la sacristía. El equipo de ADABI uso el inventario del Señor Santiago para comenzar su trabajo con el archivo parroquial. Según Santiago, -fiscal y sacristán entre 2007 – 2013-, él sabía que los documentos y libros en las cajas eran algo importante pero tenía preocupación de tocarlos debido a su estado avanzado de deterioro.
La polilla, humedad, hongos y roedores no lograron destruir todo, había documentos que podrían ser salvados. Llegó la ayuda de expertos, Adabi, se encargó de identifcar y restaurar los Graduales. Elvia Carreño, una especialista, identificó los dos libros como tesoros, joyas bibliográficas. El Graduale Dominicale es una de las pocas copias conocidas en el mundo y fue publicado en La Nueva España (México) en 1565, el Graduale Sanctorale, fue publicado en 1579, es el único ejemplar que existe a la fecha.
Hoy, los oaxaqueños pudieron apreciar el hallazgo de los libros gracias a todo el trabajo hecho por ADABI. La Fundación Harp preparó una exposición en la biblioteca de Investigación “Juan de Córdova” en donde explica la historia y características de los Graduales y su importancia.
Santiago respira tranquilo, y sabe que los Graduales podrán ser admirados por las generaciones futuras. En una plática reconoce que hay un gran desconocimiento sobre la importancia de estos dos tesoros, en especial en San Bartolo.
“La gente está enredada y necesita mucha explicación”, señala Santiago en entrevista.
De su lado, Velasco Ramírez, quien migró y luego regresó a su pueblo natal, comenta “ahora, somos un pueblo de viejos, tenemos una otro manera de vivir, nuestros hijos nacieron en México y Veracruz y ha sido muy difícil de orientarlos. Aunque hay anotaciones en los Graduales en Mixteco, ahora sólo los más viejos hablan nuestro idioma”.
Para las personas que quieran conocer los Graduales, el templo y sus retablos, todos están juntos otra vez en el pueblo de San Bartolo Soyaltepec, donde los ciudadanos son custodios de su extraordinario patrimonio.
San Bartolo Solyaltepec, se localiza en la parte noreste de Oaxaca. Su distancia aproximada a la capital del estado es de 121 kilómetros.
(Con información de Jayne Lyons)