Oaxaca de Juárez, 21 de junio. La semana pasada un suceso conmocionó a los Estados Unidos luego de que un joven de 21 años Dylann Roof, hubiera entrado a una iglesia de mayoría afroamericana y matara a nueve personas. Si bien, Emily Pierce, portavoz del departamento de justicia de E.E.U.U. calificó al delito como un crimen de odio hay muchas voces que se pronuncian en contra de esta categoría al calificarla de “insuficiente”.
Lejos del análisis que se hace sobre la venta de armas en Estados Unidos y el alcance que tiene para todas las personas, es oportuno preguntarnos qué es lo que sucede con un crimen de odio y como catalogarlo como tal. Un crimen de odio se define como aquel que se comete en función de la apariencia o credo de determinada persona. No se trata sólo de imputar a Roof sobre lo acontecido sino de imputar a toda una sociedad que ha dejado de lado la ética pluralista.
Bien es sabido que los tiroteos en escuelas, iglesias o actos públicos no son ajenos en Estados Unidos y que desafortunadamente se han convertido en una cotidianeidad. Sin embargo, las voces que se han alzado porque el crimen en Charleston sea considerado más como un acto de terrorismo doméstico y no como un crimen de odio son las mismas que denotan la falta de sensibilidad respecto a la coexistencia comunitarista se refiere.
Es por tanto, más importante catalogar a un crimen como terrorista porque lamentablemente eso si llama la atención, eso sí asusta a la comunidad internacional. Un crimen de odio por el contrario puede ser desestimado aunque este sea el representante máximo de la intolerancia, de la segregación, del odio, de la enfermedad y de la neurosis que muchas personas presentan en distintas sociedades.
Por tanto, me rehúso a desestimar al crimen de odio y estoy convencida que todo lo ocurrido en Charleston o en Ferguson no son hechos aislados sino son el desgajamiento de los valores cosmopolitas que tanto promueve Estados Unidos y que le han “otorgado” el derecho de intervenir en otros lugares. Por ello, es obligación moral de todos ver qué está pasando con la comunidad internacional cómo es que el racismo, la segregación y la discriminación han regresado con fuerza a sociedades “más avanzadas” en cuestión de civilidad.