Sub Comandante Marcos
Un poema de amor es la expresión más clara del alma, representa siempre la expresión fabulosa de las líneas de una mujer, ella tiene la característica casi mágica de crear arte, nacen los poemas de ella, como si sus manos sin pensarlo los formaran y como pétalos los tiraran para recogerlos el alma, los poemas se escriben de distintas formas: Dice el maestro Benedetti que “con río, con sangre, con lluvia o rocío, con semen, con vino, con nieve, con llanto, los poemas suelen ser papel mojado”.
Nada se contempla tan profundamente, tan de cerca como el rostro de mujer exacta y precisa, amada y desea, muchas veces la sentimos en la excesiva proximidad del beso, sus ojos aparecen enormes. Cuando los cierra, subsisten dos pliegues paralelos sobre cada párpado y, desde las brillantes pestañas hasta el nacimiento de sus mejillas, se extiende un tinte brillante y uniforme. Cuando los abren, un círculo pequeño y delgado como una hebra de seda, circunda una aureola de color, la insondable pupila negra, que se ensancha extraordinariamente bajo sus rizadas y largas pestañas, las pequeñas comisuras rojas de las que algunas veces brotan sus lágrimas y se estremecen con repentinas palpitaciones.
La mujer es poema, una razón, la justificación de todo; Serrat escribe: “El sol nos olvido ayer sobre la arena, nos envolvió el rumor suave del mar, tu cuerpo me dio calor, tenia frío y ahí en la arena entre los dos nació este poema, este pobre poema de amor para ti. Mi fruto, mi flor, mi historia de amor, mis caricias, mi humilde candil, mi lluvia de abril, mi avaricia, mi trozo de pan, mi viejo refrán, mi poeta, la fe que perdí, mi camino y mi carreta, mi dulce placer, mi sueño de ayer, mi equipaje, mi tibio rincón, mi mejor canción, mi paisaje, mi manantial, mi cañaveral, mi riqueza, mi leña, mi hogar, mi techo, mi mar, mi nobleza, mi fuente, mi ser, mi barco, mi red y la arena, donde te sentí, donde te escribí…mi poema”.
La mujer y su poema van más allá de todo, todo lo tienen y lo quieren todo, dice el mismo maestro Benedetti, “Si dios fuera mujer tal vez nos acercaríamos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce, su pubis no de piedra, sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso, si dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que las muerte nos separe, ya que sería inmortal por antonomasia, si dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos, sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno con sus brazos no cerrados, su rosa de no de plástico y su amor no de ángeles…”.
Una mujer y un poema nos agotan, escribir un poema es preciso e indeciso, una mujer es una luna medio llena y consuelo en un mar medio vacio, un poema es coloquio de hombres, una mujer es envidia de casi todas las mujeres, un poema es un tigre acechando la iglesia, una mujer es el pecado no contado, un poema es el fragmento de una vida, una mujer es la vida fragmentada en pedazos, un poema es la partitura exquisita de tu risa, una mujer es la mueca improvisada en su boca, Son interminables las comparaciones, la mujer es también la tristeza del olvido, dice Neruda: “estoy cansado de una gota, estoy herido en solamente un pétalo, y por un agujero de alfiler corre un río de sangre sin consuelo, y me ahogo en las aguas del rocío que se pudre en la sombra, y por una sonrisa que no crece, por una boca dulce, por unos dedos que el rosal quisiera, escribo este poema que es un lamento, solamente un lamento”.
El propio Sub Comandante Marcos no se resistió a escribir el poema de una mujer y escribe a Joaquín Sabina: “Don Sabina: y todo viene a cuento porque estaba yo solo, con mi dolor de muela y leyendo que usted camina por estas tierras. Entonces pensaba yo que usted, tal vez, estaría de buen humor y magnánimo y que podría contarle yo la historia de los dolores de muelas, mi frustrada carrera como cantautor y una muchacha que está demasiado lejos. “Como si llegaran a buen puesto mis ansias, como si hubiera dónde hacerse fuerte, como si hubiera por fin destino para mis pasos, como si encontrara mi verdad primera, como traerse al hoy cada mañana, como un suspiro profundo y quedo, como un dolor de muelas aliviado, como lo imposible por fin hecho, como si alguien deberás me quisiera, como si al fin, un buen poema me saliera. Llegar a ti.”
Siempre he pensado que los ojos de una mujer son el agua, por eso el agua es mágica y universal, lo alivia todo, la mirada o el agua de una mujer que es lo mismo convencen, penetran, alimentan el alma, una mujer conquista el mundo, se comprende a si misma y al hacerlo descubre y entiende la vida, una mujer silenciosa que camina por el bosque enmudece con su voz a las flores, acaricia precisa la risa. Con ellas, es tiempo que nos demos cuenta, al despertar resucitamos o nos resucitan, no lo se con precisión aún, tengo la sensación que al dormir con ellas morimos y sin darnos cuenta nos acostumbramos a morir diario.